Atahualpa Yupanqui Canciones Chansons

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Con este libro, el arte esencial de Atahualpa regresa invicto como siempre. Valga como reencuentro para quienes lo disfrutan desde hace muchos años y, al mismo tiempo, como un feliz descubrimiento para quienes se encuentren por primera vez con una de las expresiones más bellas y auténticas de la cultura argentina.

Avec ce livre, l’art essentiel d’Atahualpa revient invaincu, comme toujours. Retrouvailles pour ceux qui s’en délectent depuis de nombreuses années, et en même temps, heureuse découverte pour ceux qui croiseront pour la première fois une des expressions les plus belles et authentiques de la culture argentine.

ISBN 978-987-1968-06-0

Canciones Chansons

En tant qu’invitée d’honneur au Salon du Livre de Paris 2014, l’Argentine a la chance de présenter une partie de son histoire et de sa riche production culturelle. Dans le cadre de cet événement, l’édition bilingue de quelques-unes des chansons d’Atahualpa Yupanqui, un des plus grands artistes argentins de tous les temps, représente non seulement un juste hommage à cet artiste singulier mais aussi une preuve de la fraternité entre deux nations et deux cultures : la France et l’Argentine.

Atahualpa Yupanqui

Como invitada de honor en el Salón del Libro de París 2014, la Argentina tiene la oportunidad de presentar parte de su historia y de su rica producción cultural. En el marco de este acontecimiento, la edición bilingüe de algunas de las canciones de Atahualpa Yupanqui, uno de los más grandes artistas argentinos de todas las épocas, representa no sólo un cabal homenaje a este artista singular sino una muestra del hermanamiento de dos naciones y dos culturas: Francia y Argentina.

Atahualpa Yupanqui

Canciones Chansons


Con este libro, el arte esencial de Atahualpa regresa invicto como siempre. Valga como reencuentro para quienes lo disfrutan desde hace muchos años y, al mismo tiempo, como un feliz descubrimiento para quienes se encuentren por primera vez con una de las expresiones más bellas y auténticas de la cultura argentina.

Avec ce livre, l’art essentiel d’Atahualpa revient invaincu, comme toujours. Retrouvailles pour ceux qui s’en délectent depuis de nombreuses années, et en même temps, heureuse découverte pour ceux qui croiseront pour la première fois une des expressions les plus belles et authentiques de la culture argentine.

ISBN 978-987-1968-06-0

Canciones Chansons

En tant qu’invitée d’honneur au Salon du Livre de Paris 2014, l’Argentine a la chance de présenter une partie de son histoire et de sa riche production culturelle. Dans le cadre de cet événement, l’édition bilingue de quelques-unes des chansons d’Atahualpa Yupanqui, un des plus grands artistes argentins de tous les temps, représente non seulement un juste hommage à cet artiste singulier mais aussi une preuve de la fraternité entre deux nations et deux cultures : la France et l’Argentine.

Atahualpa Yupanqui

Como invitada de honor en el Salón del Libro de París 2014, la Argentina tiene la oportunidad de presentar parte de su historia y de su rica producción cultural. En el marco de este acontecimiento, la edición bilingüe de algunas de las canciones de Atahualpa Yupanqui, uno de los más grandes artistas argentinos de todas las épocas, representa no sólo un cabal homenaje a este artista singular sino una muestra del hermanamiento de dos naciones y dos culturas: Francia y Argentina.

Atahualpa Yupanqui

Canciones Chansons




Atahualpa Yupanqui Canciones Chansons



Autoridades

Presidenta de la Nación Argentina PRÉSIDENTE DE LA NATION ARGENTINE

Cristina Fernández de Kirchner Vicepresidente de la Nación VICE-PRÉSIDENT DE LA NATION

Amado Boudou Secretario de Cultura de la Nación SECRÉTAIRE DE LA CULTURE DE LA NATION

Jorge Coscia Subsecretaria de Gestión Cultural SOUS-SECRÉTAIRE DE LA GESTION CULTURELLE

Marcela Cardillo Subsecretaria de Políticas Socioculturales SOUS-SECRÉTAIRE DES POLITIQUES CULTURELLES

Alejandra Blanco Jefe de Gabinete CHEF DE CABINET

Fabián Blanco Director Nacional de Industrias Culturales DIRECTEUR NATIONAL DES INDUSTRIES CULTURELLES

Rodolfo Hamawi


Coordinación editorial COORDINATION ÉDITORIALE

Daniela Allerbon Equipo de edición ÉQUIPE ÉDITORIALE

Débora Ruiz Ariadna Castellarnau Asesor en la edición del libro CONSEILLER ÉDITORIAL DU LIVRE

Roberto Chavero Traducción TRADUCTION

Marie Crouzeix REVISIóN RÉVISION

Catherine Tranchant Diseño CONCEPTION

Schavelzon|Ludueña retoque digital RETOUCHES IMAGES

Marino Maurizi


Agradecimientos REMERCIEMENTS Norbeto Galasso Roberto Chavero Daniel Raffone Fundaci贸n Atahualpa Yupanqui


Prólogo

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Con gran satisfacción, la Secretaría de Cultura de la Nación presenta esta edición bilingüe de algunos de los poemas de don Atahualpa Yupanqui, uno de los más grandes artistas argentinos de todas las épocas. Demiurgo de las sagradas escrituras de nuestra música folklórica, Yupanqui ocupa un sitial supernumerario a la hora de las calificaciones. Poeta, cantor, guitarrista y recopilador de ancestrales coplas anónimas, supo cantarle como nadie a los paisajes de su terruño y a los hombres y mujeres que lo habitan con sus penurias y luchas. Nacido en 1908, la vida de Atahualpa estuvo estrechamente ligada a Francia desde que en el año 1950 la célebre Edith Piaf lo invitó a actuar en París. La gran repercusión de su arte en el público multiplicó sus visitas a la capital francesa, donde finalmente se radicó a finales de los años ‘60. El reconocimiento que le brindó este país alcanzó su máxima expresión en 1986, cuando el Ministerio de la Cultura de Francia lo nombró Caballero de Las Artes y Las Letras. Entre tanto, Atahualpa fatigó el Atlántico de ida y de vuelta entre Argentina y Europa. A veces, llevado por su agenda de compromisos artísticos. Otras tantas, por las persecuciones políticas que lo aquejaron en su tierra.


Sin embargo, la distancia nunca apagó la memoria. Cargado de penas, en tiempos de dictadura en la Argentina, don Ata supo cantar versos como estos: “Y en este camino largo/ ¿quién me presta una guitarra/ que me borre las ausencias/ y me devuelva mi patria?”. Por eso Yupanqui también es un símbolo de aquellos artistas que, escribiéndole desde lejos a su tierra con calidad y sensibilidad, se vuelven universales. Atahualpa murió en Nimes el 23 de mayo de 1992. Dos semanas después, sus cenizas desandaron por última vez el océano para retornar a su pago querido del cerro Colorado. Presentar esta edición en el Salón del Libro de París, siendo Argentina el país invitado de honor, representa entonces un cabal homenaje a este artista singular que con su arte contribuyó a hermanar a dos naciones y sus culturas. Con este libro, el arte esencial de Atahualpa regresa invicto como siempre. Valga como reencuentro para quienes lo disfrutan desde hace muchos años. Y, al mismo tiempo, como un feliz descubrimiento para quienes se encuentren por primera vez con una de las expresiones más bellas y auténticas de la cultura argentina. rodolfo hamawi Director Nacional de Industrias Culturales

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Prologue

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C’est avec une immense satisfaction que le Secrétariat de la Culture de la Nation présente cette édition bilingue de quelques-uns des poèmes de Don Atahualpa Yupanqui, un des plus grands artistes argentins de tous les temps. Démiurge des écritures sacrées de notre musique folklorique, Yupanqui occupe une place d’honneur à de nombreux titres. Poète, chanteur, guitariste et collecteur de vers anonymes ancestraux, il a su chanter mieux que quiconque aux paysages de sa terre ainsi qu’aux hommes et aux femmes qui l’habitent, avec leurs pénuries et leurs luttes. La vie d’Atahualpa, né en 1908, fut étroitement liée à la France à partir du moment où, en 1950, la célèbre Édith Piaf l’invita à monter sur scène à Paris. Le grand retentissement de son art sur le public a multiplié ses visites dans la capitale française, où il s’est finalement établi à la fin des années 1960. La reconnaissance de ce pays atteignit son apogée en 1986, lorsque le ministère de la Culture français le nomma chevalier de l’Ordre des Arts et des Lettres. Entre-temps, Atahualpa a élimé l’Atlantique de ses allers-retours entre l’Argentine et l’Europe. Tantôt mené par son calendrier d’engagements artistiques. Tantôt par les persécutions politiques qu’il subissait dans son pays.


Néanmoins, la distance n’a jamais éteint la mémoire. Durant la dictature en Argentine, accablé de peines, Don Ata a su chanter des vers comme ceux-ci : « Et sur ce long chemin/ qui me prête une guitare/ qui puisse effacer les absences/ et me rendre ma patrie ? » Ainsi, Yupanqui est également un symbole de ces artistes qui, éloignés de leur terre et lui écrivant avec qualité et sensibilité, deviennent universels. Atahualpa s’est éteint à Nîmes le 23 mai 1992. Deux semaines plus tard, ses cendres s’en sont retournées une dernière fois au-dessus de l’Océan pour retrouver sa terre aimée de Cerro Colorado. Présenter cette édition au Salon du Livre de Paris alors que l’Argentine est le pays invité d’honneur représente un juste hommage à cet artiste singulier, qui a contribué par son art à fraterniser deux nations et leurs cultures. Avec ce livre, l’art essentiel d’Atahualpa revient invaincu, comme toujours. Retrouvailles pour ceux qui s’en délectent depuis de nombreuses années, et en même temps, heureuse découverte pour ceux qui croiseront pour la première fois une des expressions les plus belles et authentiques de la culture argentine. rodolfo hamawi Directeur national des Industries culturelles

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Atahualpa Yupanqui

El 31 de enero de 1908 en Campo de la Cruz, partido de Pergamino, nace un niño al que denominan Héctor Roberto Chavero, quien será conocido luego como Atahualpa Yupanqui. “Mi padre –José Demetrio Chavero– era empleado de los ferrocarriles... Era un paisano, lo cual tiene mucho significado porque ‘paisano’ es el que lleva el país adentro... Mi madre –Higinia Carmen Aram– de origen vasco, se planta en medio de la pampa, levanta su casona y acerca su vida a los Guevara, los Collazo, gente ‘muy de antes’, cobrizos, primitivos y tenaces... gente un poco severa, como todos los que son del campo: tímidos, pa’dentro, damos la mano y para nosotros es un compromiso de honor. Si te doy la mano, no te puedo traicionar. Si te traiciono, entonces, ¿para qué te la di?”. La familia no se mantiene mucho tiempo en un lugar, pues la empresa lo destina a Don Demetrio a distintos ramales ferroviarios: “Y allá viajaba con su mujer, sus tres hijos y dos baúles de libros, de poesía, novela, esas cosas que después yo leí, cuando chico”. Así, residen en la provincia de Buenos Aires, Entre Ríos, Córdoba y Tucumán. El niño hereda de su padre la vocación por los libros, la guitarra y una rectilínea conducta ética. Pero reconocerá después que sus verdaderos maestros, quienes le inculcaron su amor por las coplas y su respeto por las experiencias populares, fueron los trabajadores del campo: reseros, domadores, hombreadores de bolsas, peonada galponera, “hombres de curtido rostro, de firme mirar, fuertes manos encallecidas, hombres de mucha pampa galopeada... Ellos fueron mis maestros y luego la multitud de paisanos que la vida me fue arrimando con el tiempo... Ellos eran los únicos capaces de contar cosas universales”. Hombres como su tío Gabriel, analfabeto de toda la vida, quien le da a Atahualpa esta definición de amigo: “Vea, m’hijo, un amigo es... uno mesmo en otro pellejo”, o como el payador que le transmite esta valiosa enseñanza: “Hay que cuidar lo de adentro/ que lo de ‘ajuera’ es comprao”. A los diez años, en Tafí Viejo, Tucumán, Atahualpa conoce al viejo Anselmo, “a quien llamábamos El Indio, cuya casa estaba detrás de un sendero que daba vueltas entre los naranjales” (de ahí nace, años después, su Camino del Indio). Cinco años reside allí adentrándose en la cultura del noroeste, donde la Argentina empieza a ser América Latina: el folclore, las coplas anónimas, los rasgueos de la guitarra y los silencios decidores amplían su

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horizonte cultural y, al mismo tiempo, le muestran un panorama social injusto. En 1921 un suceso terrible lo derrumba: la muerte de su padre. “Tenía pensado doctorarme en medicina... pero no pude hacerlo. Murió mi padre y había que trabajar duro. Me recibí, en cambio, de doctor en soledades... Ya no tenía a mi padre junto a mí y era el responsable de la familia. Y era chango”. Los Chavero se trasladan por entonces a Junín y allí Atahualpa intenta diversos trabajos para mantener a la familia: empleado de escribanía, después peón de campo (“Anduve en estancias grandes, cuidando unos parejeros/ trompeta, tapa y sombrero/ pero pa’ los peones ¡de ande!”). Más tarde incursiona en el periodismo, mientras cursa el secundario y escribe poemas y acentúa su amor por la guitarra. En esa época, empieza a usar el seudónimo con el cual se hará famoso, Atahualpa Yupanqui: “Ata”, quiere decir “venir”; “Hu”, “de lejos”; “alpa”, tierra; “Yupanqui”: “para contar”. Alguien que viene de lejos para contar cosas de la tierra, o como él dirá, para ser “un cantor de artes olvidadas”. En esos años lee mucho y escucha a los payadores que visitan Junín y alrededores: “Los poetas no inventan, solo transmiten... no son creadores, sino depositarios y mensajeros del canto”, de ese canto que expresa los dolores y anhelos de un pueblo y que él llamará luego El canto del viento. En 1926, a los 18 años, compone una de sus más hermosas canciones: Camino del indio. Con ella y su guitarra a cuestas se larga en 1928 a Buenos Aires con un montón de sueños, pero fracasa. Esa Buenos Aires de 1928 se halla demasiado apegada a la música y el canto foráneo, ajena a las expresiones folclóricas que vienen desde lo más profundo de nuestra historia: “Tuitos se me hacían a un lado,/ como cuerpo a la jeringa”. La suerte también le es adversa como periodista y regresa a la casa familiar con los bolsillos vacíos y sin la guitarra: “Vendí mis lindas alforjas/ Mi guitarra, la vendí/ En mi pobreza, ay de mí/ me hubiera gustao guardarla/ tanto me ha costao comprarla/ Pero, en fin... todo perdí.../ Vihuela, ¿dónde andarás?/ ¿qué manos te están tocando?/ Noches eternas pensando/ siquiera como consuelo/ que sea un canto de este suelo/ lo que te estén arrancando”. A los 22 años recorre el norte argentino y pasa a Bolivia: “Me interné en la antesala del gran silencio americano, reino de arcilla y cobre, alto y seco, huraño y sereno a la vez”. Ante él se despliega la vieja música, las fabulosas leyendas, las coplas populares, ese aroma inconfundible de la patria mestiza, que al igual que Tupac Amaru, ha sido descuartizada y clama por la unión: “América Latina –dirá después– es un solo poncho”. Ahí se acostumbra a caminar su tierra y recoger la sabiduría popular en


la anécdota pequeña que pasa desapercibida para el turista superficial: “En el Río Grande de Jujuy, con su cauce tan bajito que una mujer apenas se mojaba las sandalias, su hijo de ocho años levanta un pedazo de canto rodado y ella le dice entonces: –Póngala, hijo, ponga esa piedra en el agua. No le robe el canto al río. ¿No ve que el río canta cuando encuentra esa piedra?...”. Allí también advierte el destino de los grandes caminadores cuando, a su pregunta ¿qué es el hombre?, un indio le contesta: “Tierra que anda...”. Cuando regresa a Junín, todo lo que antes tenía de fuego aventurero y sueño limpio se ha convertido en un corazón grandote en el que caben todas las nostalgias. La mama lo observa bien y le comenta al tío Gabriel: “Pobrecito, m’hijo. Lo han ‘agarrao’ los caminos”. El muchacho se ha acostumbrado a andar para conocer. Está convencido de que su misión es cantarle a su tierra para lo cual debe recorrerla, comprenderla, amarla: “Andaré por los cerros/ selvas y llanos toda la vida/ arrimándole coplas/ a tu esperanza, ¡tierra querida!... Lunas me vieron por esos cerros/ y en las llanuras anochecidas/ buscando el alma de tu paisaje/ para cantarte, tierra querida”. Hacia 1931, se casa con María Alicia Martínez –de cuya unión nacerán tres hijos: Alma Alicia, Atahualpa Roberto y Lila Amancay–, pero el matrimonio fracasa a los pocos años. En enero de 1932 viaja a Entre Ríos pero en esa ocasión el motivo no es el canto. Ha aprendido de su padre la importancia de un movimiento de redención como el liderado por don Hipólito Yrigoyen, el caudillo radical, y hallándose en Jujuy se ha enterado del golpe militar del 6 de septiembre de 1930, y se rebela contra el fraude sumándose a un levantamiento armado dirigido a restablecer la democracia. Así participa en La Paz en el alzamiento de los hermanos Kennedy, cuyo fracaso lo obliga a exiliarse en Montevideo. En 1934, sancionada una amnistía, regresa al país y se establece en Rosario, donde ejerce el periodismo. Luego se traslada a Córdoba, donde sobrevive armando con un amigo una empresita para proyectar películas en los pueblos. Ataban una sábana de árbol a árbol y “cobrábamos 10 centavos del lado que se lee y 5 centavos del lado que no se lee”. En ese recorrido, se deslumbra ante un lugar que será luego su preferido para residir: Cerro Colorado. Tiempo después, se instala en Raco, cerca de capital de Tucumán. Esta es una época dura en su vida, de penuria económica, de incomprensión, de soledad. Pero sabe que tiene que recorrer su patria para poder cantar a su gente, a su paisaje, a sus historias. Una y otra vez ensilla su caballo y ambula en los rincones más olvidados donde lo espera una copla o una anécdota popular. En esos recorridos lo hiere la injusticia social: “Porque supe bien cómo es/ la vida de mis paisanos/ de todos me sentí hermano/

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del derecho y del revés”. Esa emoción se hace luego canto “porque las canciones salen así nomás, como quien se abre las venas para que brote la sangre” y ahí anda por los caminos “con mis alegrías que pronto vuelan/ y mis penitas, durando...”. De este modo, sus canciones recogen “el canto de la patria profunda”, esa sabiduría anónima que anda por valles y cerros y que nos habla de la solidaridad: “Moneda que está en la mano/ quizás se pueda guardar/ pero la que está en el alma/ se pierde si no se da”. O nos sintetiza, en cuatro versos, un drama de amor: “Ensillando mi caballo/ ella se puso a llorar/ y yo, para consolarla/ me puse a desensillar”. Con la misma hondura nos habla de un alejamiento: “Dicen que no son tristes/ las despedidas/ Decile al que te lo dijo/ que se despida”. Allí reside el valor de su obra poética, en “traducir el dolor de la gracia y la pena, el dolor y la alegría y la esperanza de los seres humanos y si es posible, argentino, de mi tierra que es lo que comprendo, lo que amo, lo que me duele, lo que me alegra. Mi tierra con todos sus errores, con sus bellísimas tradiciones y con la gran esperanza que nos alienta a todos, de ser más hermanos, de mirarnos en la cara pero con los ojos abiertos, que se nos refleje lo que llevamos en el corazón”. Hacia 1941 sus poemas toman forma de libro Piedra sola, al que seguirá la novela Cerro Bayo en 1946 y Aires indios en 1947. En esos años, realiza una breve experiencia de militancia política, pasando de su simpatía radical a su afiliación al Partido Comunista, colaborando como artista en sus festivales y con algunas notas en su periódico. En la década del 40, traba relación con Antoinette Paule Péoin Fitzpatrick, Nenette, una muchacha canadiense, eximia pianista y de singular espiritualidad con quien forma pareja y quien poco después será colaboradora en muchas de sus obras, escudada en el seudónimo Pablo del Cerro. En esa época compone algunas de sus mejores obras, entre ellas El arriero, que alcanza gran difusión e instala estos versos en la cultura de los argentinos: “Las penas y las vaquitas/ se van por la misma senda/ Las penas son de nosotros/ las vaquitas son ajenas”. Otra composición que recibe el favor del público es El alazán, originada en la muerte de un caballo muy querido que se le desbarrancó. Por entonces, reside temporalmente en Buenos Aires, pero la compleja situación política que vive la Argentina –las mayorías populares realizando su experiencia bajo el liderazgo de Perón, mientras una férrea oposición coaliga a partidos de derecha y de la izquierda tradicional– dificulta a Atahualpa el desarrollo de su labor. Su militancia en el Partido Comunista provoca su caída en listas negras del gobierno e inclusive su detención, convirtiéndose en figura molesta para el gobierno popular. Por esta razón, decide tentar suerte en Europa.


Así, realiza una gira por los países socialistas de Europa Oriental pasando luego a París, donde la célebre Edith Piaff –deslumbrada por él– lo catapulta a la fama presentándolo en un teatro céntrico. Luego de ese resonante éxito, regresa a la Argentina entusiasmado como compositor pero desilusionado de su posición política. “En Hungría he visto mucho rigor”, comenta. “Yo no podría aceptar que un burócrata me impusiera lo que tengo que cantar” y se aleja del Partido Comunista: “¡Pa’ que cambiaran las cosas/ busqué rumbo y me perdí/ Al tiempo cuenta me dí/ y agarré por buen camino/ antes que nada, argentino/ y a mi bandera, seguí”. Enemistado con el gobierno peronista y también con la izquierda stalinista, queda aislado. Aún así en 1954 publica un nuevo libro, Guitarra, y se acostumbra a pasar largas temporadas en Cerro Colorado, junto a su esposa y un nuevo hijo: Roberto Héctor Chavero, el kolla. Hacia 1960 se hacen más comunes sus giras: Bogotá, Tokio, Casablanca, de nuevo París. Siempre en medio de ellas lo atrapan los paisajes de su patria: “Cuando se abandona el pago/ y se empieza a repechar/ Tira el caballo pa’ lante/ y el alma tira pa’ atrás”. Se encuentra lejos y de pronto, “patria o tierra es un sentimiento de totalidad, sin eso no se puede respirar. Si te quitan la Patria, ¿qué vas a respirar?... Y me vengo de vuelta”. En 1965 da a conocer dos obras importantísimas: El payador perseguido (disco larga duración que luego se editó en formato libro) y El canto del viento. El payador es “un galopeador contra el viento”, un hombre para quien “la rebelión es su ciencia”, que se coloca junto al pueblo para acompañarlo en su lucha pues sabe que “la arena es un puñadito, pero hay montañas de arena”. “Estoy con los de mi lado,/ cinchando tuitos parejos/ pa’ hacer nuevo lo que es viejo/ y verlo al mundo cambiado”. Sus versos no están escritos para el pueblo sino desde el pueblo. A su vez, El canto del viento, en prosa austera pero cálida, recoge también las experiencias de su vida pero por los andariveles de lo filosófico y cultural. Como dice Arturo Jauretche:“¿Qué es el Canto del viento? Es la cultura verdadera, la cultura nacional, la cultura auténtica de un pueblo. El viento, al recorrer el país todo, recoge anhelos, dolores y experiencias de los argentinos en una gran bolsa pero son tantos que se le van cayendo por los campos, por donde pasan los poetas quienes recogen esas emociones y las subliman en arte, madurando así una cultura propia. Esa cultura nacional, cuando realmente es arte y es auténtica, integra la cultura universal pues “lo nacional es lo universal visto por nosotros”. El Canto tiene “un destino” porque alumbra para que el pueblo “encuentre la belleza en el camino”. Y si el poeta “ama, espera, sufre y goza con su

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pueblo”, logrará traducirlo, en cuyo caso será el pueblo mismo,“será lo anónimo”, aquello que se exprese mediante el canto, y este es el premio mayor que un poeta pueda conseguir, puesto que entonces ya nadie puede sofocar su voz. A partir de 1966, Atahualpa prolonga cada vez más su estadía en el exterior, pues no encuentra en su propio país la atmósfera propicia para difundir su obra, pero “siempre regreso, cada tantos meses, para cargar las pilas y seguir produciendo”. Una y otra vez la suerte de sus paisanos aparece en sus composiciones. En 1967, la muerte de Ernesto Che Guevara lo conmueve profundamente: “Tuve un amigo querido/ que murió en Ñancahuazú,/ su tumba no la encontraron/ porque no le han puesto cruz”. Del mismo modo se define respecto a la soberanía argentina sobre las islas Malvinas: “Ay, hermanita perdida/ hermanita vuelve a casa.../ Malvinas, tierra cautiva/ de un rubio tiempo pirata”. Asimismo, viaja a Chile en 1972 solidarizándose con el gobierno del socialista Salvador Allende, donde estrena Las preguntitas de Dios y compone Los hermanos, de fuerte contenido social y liberador. Pero Atahualpa siempre está yéndose y sostiene: “La tierra está dentro de uno. Un tocador de guitarra no debe tener nostalgias... A veces, sin embargo, la nostalgia me aprieta demasiado y entonces toco la guitarra allá en París, que es una forma de llenar las alforjas”: “Si mes veis mirando lejos/ abrazado a la guitarra/ es que voy sobre la mar/ sin aire, ni cielo, ni agua.../ Y finalmente me voy.../ Vuelvo siempre por cariño.../ Tengo necesidad del aire de mi tierra que me llama.../ No tiene lazo, pero ata”. Cuando Atahualpa cumple 70 años, sus ansias de sempiterno caminante van amenguándose: “Quien vive de prisa/ no vive de veras/ al viaje que cansa/ prefiero el terruño”; “¡Nuestra América! Para mí es fundamental el cariño que le siento. Es más fuerte que uno: es lo nacional.”. Por eso critica a los intelectuales recitadores y traductores de culturas: “Es un pájaro muy desdichado la calandria: tiene la facultad de imitar el canto de todos los pájaros y no tiene canto propio. Estos son igual: nos quedan siempre debiendo el adentro”. En cambio, lo nacional vive en el pueblo porque, como decía Federico García Lorca: “Esta gente no está informada, pero tiene cultura en la sangre”. En otra ocasión afirma: “Desde el punto de vista de la tradición, nuestro país se ve empalidecido. Y esto debe modificarse... La soberanía se defiende primero en el corazón, en la conciencia de cada uno. Lo contrario es venderle el alma al diablo”. “En China hay chinos que piensan y hablan en chino. Los húngaros son húngaros y los franceses, franceses. De esa unidad parten hacia la cultura, hacia el prisma, ¿qué pasa con nuestra condición? ¿Cuándo aprenderemos a ser nacionalmente argentinos?”.


Precisamente esa débil conciencia nacional Atahualpa capta en los argentinos es lo que genera desinterés hacia su obra, mientras en Europa se lo admira. En 1986, el gobierno francés le entrega una condecoración como Caballero de la Orden de las Artes y las Letras. Asimismo, algunos de sus poemas son incorporados a los libros escolares y con motivo del bicentenario de la Revolución Francesa se le pide una cantata que se publica en 1989 bajo el título La palabra sagrada, donde rememora a Artigas: “libre, no ofendo ni temo,/ dijo un criollo oriental”. Por aquel entonces, el poeta percibe que sus fuerzas declinan pues ya anda por los ochenta años. Sin embargo, no se desanima y continúa dando su mensaje. Así, en 1990, interviene en el festival de Cosquín: “Hermanito del mundo, préstame un libro/ yo te daré mi copla que es mi destino./ Dame tu pan, hermano/ bebe mi vino/ y sigamos andando por el camino”. Poco después regresa a Buenos Aires y a los pocos meses, lo aprisiona un tremendo dolor: el 14 de noviembre fallece Nenette. Con mucho esfuerzo, Atahualpa se ocupa de la revisión de su libro La Capataza. Pero le cuesta superar la ausencia de su compañera después de cincuenta años de andar juntos por la vida. Poco a poco, vuelve a sus rasgueos de guitarra, concurre a Radio Nacional para unos reportajes y hasta se anima a viajar para dar un recital en el sur de Francia. Pero esta vez el recital se frustra. Poco antes de actuar, se le escucha decir: “Quiero respirar aire puro...”. Sale del teatro, camina lentamente, hacia el hotel donde se aloja. Allí respira con dificultad y al poco rato, “su viejo corazón/ se le duerme el compás”. “El hombre anda sobre la tierra y cuando se siente muy cansado, busca refugio debajo de ella... Así es, paisano. Uno muere justamente en el momento en que le toca decir Adiós... Y bueno, se va pa’l silencio”. Es el 23 de mayo de 1992. Había expresado un deseo que se cumple poco más tarde en su querido Cerro Colorado: “Cuando muere un poeta, no deberían ponerle una cruz encima sino un árbol. Así lo pienso yo, por cuanto, con el tiempo, ese árbol tendrá ramas y un nido y en él nacerán pájaros. De ese modo, el silencio del poeta, se volverá golondrina”. Soñando como despedida un rasguear de guitarras, el poeta ha entrado “al silencio” serenamente, sabedor de la misión cumplida, con la convicción de que más allá de sinsabores y penurias transitorias “ninguna tumba guardará su canto”. Por el contrario, sus poemas y canciones ambulan victoriosos remontando cerros y navegando ríos para nutrir la cultura nacional y universal de los tiempos por venir porque sin dudamente nadie podrá jamás silenciar El canto del viento. Norberto Galasso

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Atahualpa Yupanqui

Le 31 janvier 1908, à El Campo de la Cruz, dans le canton de Pergamino, naît un enfant nommé Héctor Roberto Chavero, qui sera plus tard connu sous le nom d’Atahualpa Yupanqui. « Mon père – José Demetrio Chavero – était employé des chemins de fer... C’était un “paysan”, ce qui a une grande signification car le paysan est celui qui porte le pays en lui… Ma mère – Higinia Carmen Aram – d’origine basque, s’installe au milieu de la pampa, dresse sa demeure et s’approche des Guevara, des Collazo, des gens “d’un temps bien lointain”, à la peau cuivrée, primitifs et tenaces… des gens un peu durs, comme le sont tous ceux de la campagne : timides, renfermés, nous serrons la main, ce qui est pour nous un engagement d’honneur. Si je te serre la main, je ne peux pas te trahir. Si je te trahis, alors pourquoi te l’ai-je donc serrée ? » La famille ne reste pas longtemps au même endroit, car l’entreprise affecte Don Demetrio à diverses lignes ferroviaires : « Il partait alors avec sa femme, ses trois fils et deux malles de livres, poésies et romans, ces choses que j’ai ensuite lues étant enfant. » Ils ont ainsi résidé dans la province de Buenos Aires, dans celle d’Entre Ríos, à Córdoba et à Tucumán. L’enfant hérite de son père sa vocation pour les livres, la guitare et une conduite éthique droite. Mais il reconnaîtra par la suite que ses vrais maîtres, ceux qui lui ont inculqué son amour pour les vers et son respect pour les expériences de vie populaires, furent les travailleurs de la campagne : vachers, dresseurs de chevaux, porteurs de sacs, péons, « des hommes au visage tanné, au regard ferme, des mains fortes et calleuses, des hommes ayant beaucoup galopé à travers la pampa… Ce sont eux qui furent mes maîtres, puis la multitude de paysans que la vie m’a fait approcher au cours du temps… C’étaient les seules personnes capables de raconter des choses universelles ». Des hommes comme son oncle Gabriel, analphabète toute sa vie, qui a donné à Atahualpa cette définition d’un ami : « Vous voyez, mon petit, un ami c’est… soi-même dans une autre peau », ou comme ce troubadour qui lui transmet cet enseignement de valeur : « Il faut prendre soin de ce qui est à l’intérieur/ car ce qui est à l’extérieur est acheté. » À 10 ans, à Tafí Viejo, dans la province de Tucumán, Atahualpa rencontre le vieil Anselmo, « que l’on appelait l’Indien, et dont la maison se trouvait

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derrière un sentier qui serpentait entre les orangeraies ». De là naît, quelques années plus tard, son Camino del Indio (Chemin de l’Indien). Il habite pendant cinq ans à cet endroit, pénétrant dans la culture du nord-ouest, là où l’Argentine commence à devenir l’Amérique latine : le folklore, les chansons anonymes, les rythmes de la guitare et les silences éloquents élargissent son horizon culturel et, en même temps, lui montrent un panorama social injuste. En 1921, un événement terrible le bouleverse : la mort de son père. « J’avais pensé obtenir mon doctorat en médecine… mais je n’ai pas pu le faire. Mon père était décédé et il fallait travailler dur. Je suis devenu, en revanche, docteur en solitudes… Mon père n’était plus à mes côtés et j’étais le responsable de la famille. Et j’étais tout gamin. » Les Chavero déménagèrent alors à Junín et, à cet endroit, Atahualpa essaie divers métiers pour entretenir la famille : employé notarial, puis péon à la campagne (« J’ai dans de grandes haciendas, soigné un temps des coursiers/ musette, couverture et chapeau/ mais pour les péons, des clous ! »). Il s’aventure ensuite dans le journalisme tout en suivant l’enseignement secondaire, il écrit des poèmes et son amour pour la guitare s’accentue. À cette époque, il commence à utiliser le pseudonyme sous lequel il deviendra célèbre, Atahualpa Yupanqui : « Ata » signifie « venir », « Hu », « de loin », « alpa », « terre » et « Yupanqui », « pour raconter ». Quelqu’un qui vient de loin pour raconter les choses de la terre, ou comme il le dira lui-même, pour être « un chanteur d’arts oubliés ». Au cours de ces années, il lit beaucoup et écoute les troubadours qui visitent Junín et ses alentours : « Les poètes n’inventent pas, ils ne font que transmettre… ce ne sont pas des créateurs, mais des dépositaires et messagers du chant », de ce chant qui exprime les douleurs et les aspirations d’un peuple, et qu’il appellera par la suite El canto del viento (Le chant du vent). En 1926, il a 18 ans et compose une de ses plus belles chansons : Camino del Indio (Chemin de l’Indien). Accompagné de cette chanson et sa guitare sur l’épaule, il débarque à Buenos Aires en 1928, plein de rêves, mais il échoue. Cette Buenos Aires de 1928 est trop accrochée à la musique et aux chansons étrangères, indifférente aux expressions folkloriques provenant du plus profond de notre histoire : « Tous s’écartaient de moi,/ comme le corps de la piqûre. » La chance ne lui sourit pas non plus en tant que journaliste, et il rentre à la maison familiale les poches vides et sans sa guitare : « J’ai vendu mes belles sacoches/ Ma guitare je l’ai vendue/ Dans ma misère, pauvre de moi/ j’aurais aimé la garder/ il m’en a tant coûté de l’acheter/ Mais, finalement… j’ai tout perdu…/ Guitare chérie, où es-tu ?/ Quelles mains te jouent ?/


J’ai passé de longues nuits à penser/ au moins pour me consoler,/ que soit un chant de notre terre/ celui qu’on voudra t’arracher. » À 22 ans, il sillonne le nord de l’Argentine et se rend en Bolivie : « Je me suis enfoncé dans l’antichambre du grand silence américain, royaume d’argile et de cuivre, haut et sec, farouche et serein en même temps. » Devant lui se déploient la musique ancestrale, les légendes fabuleuses, les vers populaires, cet arôme reconnaissable entre tous de la patrie métisse qui, tout comme Tupac Amaru, a été écartelée et clame l’union : « L’Amérique latine, dira-t-il plus tard, est un seul et même poncho. » Là, il prend l’habitude de parcourir sa terre et de recueillir la sagesse populaire dans la petite anecdote qui passe inaperçue pour le touriste superficiel : « Dans le Río Grande de Jujuy, au lit si peu profond qu’une femme y mouillait à peine ses sandales, son fils de 8 ans soulève un morceau de “canto rodado” (galet – littéralement “arrête roulée”, canto signifiant en même temps “chant”) et elle lui dit alors : “Remets-la, mon fils, remets cette pierre dans l’eau. Ne vole pas le chant de la rivière. Ne vois-tu pas que la rivière chante lorsqu’elle rencontre cette pierre ?…” » Il appréhende également le destin des grands voyageurs lorsque, à sa question : « Qu’est-ce que l’homme ? », un indien lui répond : « Terre qui marche… » À son retour à Junín, tout ce qu’il avait auparavant de feu aventurier et rêve pur s’est transformé en un grand cœur dans lequel entrent toutes les nostalgies. La mama l’observe avec attention et commente à l’oncle Gabriel : « Mon pauvre enfant. Les chemins se sont emparés de lui. » Le jeune homme s’est habitué à voyager pour connaître. Il est convaincu que sa mission est de chanter à sa terre, ce pour quoi il doit la parcourir, la comprendre, l’aimer : « J’irai par les collines/ les forêts et les plaines, toute ma vie durant/ approchant des chansons/ à ton espérance, terre aimée !… Des lunes m’ont vu sur ces collines/ et dans les plaines au crépuscule/ cherchant l’âme de ton paysage pour te chanter, terre aimée. » En 1931, il épouse María Alicia Martínez et de cette union naîtront trois enfants : Alma Alicia, Atahualpa Roberto et Lila Amancay. Mais le mariage se brise quelques années plus tard. En janvier 1932, il entreprend un voyage pour la province d’Entre Ríos, mais cette fois-ci la raison n’en est pas le chant. Son père lui a transmis l’importance d’un mouvement de libération comme celui dirigé par Hipólito Yrigoyen, le caudillo radical, et alors qu’il se trouve à Jujuy, il apprend le coup d’État militaire du 6 septembre 1930. Il se rebelle alors contre cette usurpation en se joignant à une rébellion armée visant à rétablir la démocratie. Il participe ainsi à La Paz au soulèvement des frères Kennedy, dont l’échec l’oblige à s’exiler à Montevideo. En 1934, une amnistie ayant été prononcée, il rentre

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au pays et s’établit à Rosario où il travaille comme journaliste. Il déménage ensuite à Córdoba, où il survit en montant avec un ami une petite entreprise pour projeter des films dans les villages. Ils attachaient un drap d’un arbre à un autre et « nous faisions payer 10 centimes du côté où l’on pouvait lire et 5 du côté où l’on ne pouvait pas ». Au cours de ces déplacements, il s’émerveille devant Cerro Colorado qui deviendra ensuite son lieu de vie préféré. Quelque temps plus tard, il s’installe à Raco, non loin de la ville de Tucumán. Il vit alors une période difficile, de pénurie économique, d’incompréhension, de solitude. Mais il sait qu’il doit sillonner sa patrie pour pouvoir chanter à son peuple, à son paysage, à ses histoires. À maintes reprises, il selle son cheval et déambule jusqu’aux recoins les plus oubliés où l’attendent quelques vers ou une anecdote populaire. Au long de ces parcours, l’injustice sociale le blesse : « Car j’ai vraiment appris/ ce qu’est la vie des paysans de ma terre/ de tous me suis senti frère/ pour le meilleur comme pour le pire. » Cette émotion se convertit ensuite en chant « car les chansons sortent toutes seules, comme ça, comme on s’ouvrirait les veines pour que jaillisse le sang », et là, il avance sur les chemins « avec mes joies qui s’envolent vite/ et mes peines, qui durent… ». De cette façon, ses chansons recueillent « le chant de la patrie profonde », cette sagesse anonyme qui va par monts et par vaux et nous parle de la solidarité : « Monnaie qui est dans la main/ peut-être peut se conserver/ mais celle qui est dans l’âme/ se perd si elle n’est pas donnée. » Ou il nous résume, en quatre vers, un drame d’amour : « Sellant mon cheval/ elle se mit à pleurer/ et moi, pour la consoler,/ me mis à le desseller. » Avec la même profondeur, il nous parle d’un éloignement : « On dit que les adieux/ ne sont pas tristes./ Dis à celui qui te l’a dit/ de faire ses adieux. » C’est là que réside la valeur de son œuvre poétique, dans le fait de « traduire la douleur de la grâce et la peine, la douleur et la joie et l’espoir des êtres humains et si possible, argentins, de ma terre qui est ce que je comprends, ce que j’aime, ce qui me fait souffrir, ce qui m’égaie. Ma terre avec toutes ses erreurs, ses traditions magnifiques et la grande espérance qui nous encourage tous à nous sentir de plus en plus frères, à nous regarder en face, mais les yeux ouverts, pour que soit reflété ce que nous avons dans le cœur ». En 1941, ses poèmes prennent la forme d’un livre, Piedra sola, que suivra le roman Cerro Bayo en 1946, puis Aires indios (Airs indiens, paru aux éditions L’Harmattan) en 1947. Durant ces années, il vit une courte expérience de militantisme politique, passant de sa sympathie radicale à son affiliation au parti communiste, participant en tant qu’artiste aux festivals du parti et écrivant quelques notes pour le journal.


Dans les années 1940, il entretient une relation avec Antoinette Paule Péoin Fitzpatrick, surnommée Nenette, jeune fille canadienne, pianiste insigne à la spiritualité singulière qui deviendra sa compagne et collaborera peu après avec lui à la création de nombreuses œuvres, derrière le pseudonyme de Pablo del Cerro. Il écrit alors quelques-unes de ses meilleures compositions, parmi lesquelles El arriero va (Le conducteur de troupeau va), très diffusée et qui installe ces vers dans la culture des Argentins : « Les peines et les petites vaches/ prennent le même chemin./ Les peines sont nôtres/ les petites vaches sont à d’autres. » Une autre composition qui reçoit la faveur du public est El alazán (L’alezan), écrite suite à la mort d’un cheval qu’il aimait beaucoup, tombé dans un ravin. À ce moment-là, il vit temporairement à Buenos Aires, mais la situation politique complexe que vit l’Argentine – les majorités populaires vivant leur expérience sous la gouverne de Perón, tandis qu’une opposition férue coalise des partis de droite et de la gauche traditionnelle – entrave l’évolution du travail d’Atahualpa. Son militantisme au sein du parti communiste entraîne son inscription sur les listes noires du gouvernement, ainsi que son arrestation, le convertissant en une figure gênante pour le gouvernement populaire. Il décide donc de tenter sa chance en Europe. De ce fait, il réalise une tournée dans les pays socialistes d’Europe de l’Est puis se rend à Paris, où la célèbre Édith Piaf – émerveillée par lui – le propulse vers la notoriété en le présentant dans un théâtre central. Après ce succès retentissant, il rentre en Argentine enthousiasmé en tant que compositeur, mais désillusionné par son positionnement politique. « En Hongrie, j’ai vu beaucoup de rigueur », commente-t-il. « Je ne pourrais pas accepter qu’un bureaucrate m’impose ce que je dois chanter », et il s’éloigne du parti communiste : « Pour que les choses changent/ j’ai cherché une route et me suis perdu./ Au bout de quelque temps, je m’en suis aperçu/ et j’ai repris le bon chemin/ avant tout, argentin je suis/ et mon drapeau j’ai suivi. » Brouillé avec le gouvernement péroniste ainsi qu’avec la gauche de Staline, il reste isolé. Mais même ainsi, il publie en 1954 un nouveau livre, Guitarra, et passe souvent de longues périodes à Cerro Colorado, auprès de son épouse et d’un autre enfant : Roberto Héctor Chavero, el kolla. À partir de 1960, il réalise de plus en plus de tournées : Bogota, Tokyo, Casablanca et à nouveau Paris. Mais les paysages de sa patrie le rattrapent toujours : « Lorsqu’on abandonne sa terre/ et commence à gravir la pente,/ le cheval tire en avant/ et l’âme en arrière. » Il se trouve loin et soudain, « patrie ou terre, c’est un sentiment de totalité, sans lui, on ne peut respirer. Si on t’enlève la Patrie, que vas-tu respirer ?… Et je rentre ».

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En 1965, il fait connaître deux œuvres de très grande importance : El payador perseguido (Le troubadour persécuté), disque longue durée édité ensuite en livre, et El canto del viento (Le chant du vent). El payador est « un galopeur contre le vent », un homme pour qui « la rébellion est sa science », qui se joint au peuple pour l’accompagner dans sa lutte, car il sait que « le sable est une petite poignée, mais il y a des montagnes de sable ». « Je suis avec ceux de mon bord,/ tirant tous dans la même direction/ pour rendre neuf ce qui est vieux/ et voir le monde transformé. » Ses vers ne sont pas écrits pour le peuple, mais depuis le peuple. Quant à El canto del viento, d’une prose austère mais chaleureuse, il recueille également les expériences de sa vie mais sous un angle philosophique et culturel. Comme le dit Arturo Jauretche : « Qu’est-ce que El canto del viento ? C’est la culture vraie, la culture nationale, la culture authentique d’un peuple. Le vent, en parcourant tout le pays, recueille les aspirations, douleurs et expériences des Argentins dans un grand sac, mais elles sont si nombreuses qu’elles tombent parmi les champs, là où passent les poètes qui ramassent ces émotions et les subliment avec leur art, faisant ainsi mûrir une culture propre. Cette culture nationale, lorsqu’elle est vraiment art et authentique, intègre la culture universelle, car “ce qui est national est ce qui est universel, vu avec nos yeux”. » Le chant a « un destin », car il éclaire pour que le peuple « trouve la beauté sur le chemin. » Si le poète « aime, espère, souffre et éprouve du plaisir avec son peuple », il parviendra à traduire les sentiments de ce dernier, et dans ce cas, ce sera le peuple lui-même, « ce sera ce qui est anonyme », qui s’exprimera à travers le chant, ce qui constitue la plus grande récompense qu’un poète puisse obtenir, car alors personne ne pourra étouffer sa voix. À partir de 1966, Atahualpa prolonge de plus en plus ses séjours à l’étranger, car il ne trouve pas dans son propre pays l’atmosphère propice à la diffusion de son œuvre, mais « je reviens toujours, au bout de quelques mois, pour recharger mes piles et continuer à produire ». Encore et encore, le sort de ses compatriotes apparaît dans ses compositions. En 1967, la mort d’Ernesto Che Guevara l’affecte profondément : « J’ai eu un ami cher/ mort à Ñancahuazú,/ sa tombe on ne trouva pas/ car on ne lui avait pas mis de croix. » Il se définit de la même manière par rapport à la souveraineté argentine sur les îles Malouines : « Aïe, petite sœur perdue/ petite sœur, rentre à la maison…/ Malouines, terre captive/ d’un temps pirate blond. » Il se rend également au Chili en 1972 en solidarité avec le gouvernement du socialiste Salvador Allende, où il inaugure Preguntitas sobre Dios (Petites questions au sujet de Dieu) et compose Los hermanos (Les frères), au fort contenu social et libérateur. Mais Atahualpa est toujours en train de partir, et il soutient : « La terre est en chacun.


Un joueur de guitare ne doit pas avoir de nostalgies… Parfois cependant, la nostalgie m’enserre trop, et alors je joue la guitare là-bas, à Paris, c’est une manière de remplir les sacoches. » « Si vous me voyez regarder au loin/ serrant dans les bras ma guitare/ c’est que je vais sur la mer/ sans air, ni ciel, ni eau…/ Et finalement je m’en vais…/ Je reviens toujours par affection…/ J’ai besoin de l’air de ma terre qui m’appelle…/ Elle n’a pas de lasso, mais elle attache. » Lorsque Atahualpa fête ses 70 ans, ses désirs de sempiternel voyageur vont en diminuant : « Celui qui vit pressé/ ne vit pas véritablement/ au voyage qui fatigue/ je préfère ma terre » ; « Notre Amérique ! L’affection que je sens envers elle est pour moi fondamentale. C’est plus fort que moi : c’est la nation. » C’est pour cela qu’il critique les diseurs intellectuels et traducteurs de cultures : « La calandre est un oiseau très malheureux : elle a la faculté d’imiter le chant de tous les oiseaux et n’a pas de chant propre. Eux sont pareils : ils nous doivent toujours ce que nous portons à l’intérieur. » En revanche, la nation vit dans le peuple car comme le disait Federico García Lorca : « Ces personnes ne sont pas informées, mais elles ont la culture dans le sang. » Il affirme à une autre occasion : « Du point de vue de la tradition, notre pays a pâli. Et cela doit changer… La souveraineté se défend tout d’abord dans le cœur, dans la conscience de chacun. Le contraire est vendre son âme au diable. » « En Chine, il y a des Chinois qui pensent et parlent en chinois. Les Hongrois sont hongrois et les Français, français. En partant de cette unité, ils se dirigent vers la culture, vers le prisme. Qu’en est-il de notre condition ? Quand apprendrons-nous à être nationalement argentins ? » Cette maigre conscience nationale qu’Atahualpa saisit chez les Argentins est précisément ce qui génère le désintérêt à l’égard de son œuvre, alors qu’il est admiré en Europe. En 1986, le gouvernement français lui remet l’insigne de chevalier de l’Ordre des Arts et des Lettres. En outre, certains de ses poèmes sont introduits dans les manuels scolaires et, à l’occasion du bicentenaire de la Révolution française, on lui commande une cantate qui sera publiée en 1989 sous le titre La palabra sagrada (La parole sacrée), où il remémore Artigas : « libre, je n’offense ni n’ai peur,/ dit un Uruguayen. » À cette époque, le poète sent que ses forces déclinent. Il a en effet 80 ans. Néanmoins, il ne perd pas courage et continue à faire passer son message. Ainsi, en 1990, il participe au festival de Cosquín : « Petit frère du monde, prête-moi un livre/ je te donnerai mes vers, c’est mon destin./ Donne-moi ton pain, frère/ bois mon vin/ et continuons à marcher sur le chemin. » Peu après, il rentre à Buenos Aires et quelques mois plus tard,

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une immense douleur l’empoigne : le 14 novembre, Nenette décède. Atahualpa fait beaucoup d’efforts pour s’occuper de la révision de son livre La Capataza, mais il a du mal à surmonter l’absence de sa compagne après cinquante ans à cheminer ensemble dans la vie. Peu à peu, il revient à ses grattements de guitare, il participe à des reportages pour Radio Nacional et se décide même à voyager afin de donner un récital dans le Sud de la France. Mais cette fois, le récital n’a pas lieu. Peu de temps avant de monter sur scène, on l’entend dire : « Je veux respirer de l’air pur… » Il sort du théâtre, marche lentement jusqu’à l’hôtel où il loge. Là, il respire difficilement et, peu après, « de son vieux cœur/ la mesure s’endort ». « L’homme marche sur la terre et lorsqu’il se sent très fatigué, il cherche refuge sous elle… Il en est ainsi, mon ami. On meurt justement quand arrive notre tour de dire Adieu… Et alors, on part pour le silence. » Ce fut le 23 mai 1992. Il avait exprimé un souhait qui se réalisa peu après, dans son cher Cerro Colorado : « Lorsque meurt un poète, on ne devrait pas lui mettre de croix, mais un arbre. C’est ce que moi je pense, par conséquent, avec le temps, cet arbre aura des branches et un nid dans lequel naîtront des oiseaux. Ainsi, le silence du poète deviendra hirondelle. » Rêvant d’un grattement de guitare en guise d’adieu, le poète est entré sereinement « dans le silence », sachant qu’il avait accompli sa mission, avec la conviction qu’au-delà des adversités et des pénuries transitoires, « aucune tombe ne gardera son chant ». Au contraire, ses poèmes et chansons déambulent victorieux, gravissant les collines et naviguant sur les cours d’eau pour alimenter la culture nationale et universelle des temps à venir, car sans aucun doute personne ne pourra jamais taire El canto del viento. Norberto Galasso Traduction : Marie Crouzeix


Canciones Chansons

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A qué le llaman distancia ¿A qué le llaman distancia?: eso me habrán de explicar. Sólo están lejos las cosas que no sabemos mirar. Los caminos son caminos en la tierra y nada más. Las leguas desaparecen, si el alma empieza a aletear. Hondo sentir, rumbo fijo, corazón y claridad: si el mundo está dentro de uno, ¿afuera, por qué mirar? ¡Qué cosas tiene la vida misteriosas por demás! Uno está donde uno quiere, muchas veces sin pensar.

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Si los caminos son leguas en la tierra y nada más, ¿a qué le llaman distancia?: eso me habrán de explicar. Atahualpa Yupanqui


Qu’appellent-ils distance ? Qu’appellent-ils distance ? Ils devront me l’expliquer. Seules se trouvent loin les choses que l’on ne sait regarder. Les chemins sont des chemins sur la terre, rien de plus. Les lieues disparaissent, si l’âme commence à agiter ses ailes. Sentiment profond, direction fixe, cœur et clarté : si le monde est en chacun, pourquoi regarder dehors ? Que de choses recèle la vie, mystérieuses et à foison ! Chacun se trouve où il le veut, souvent sans y penser. Si les chemins sont des lieues sur la terre, rien de plus, qu’appellent-ils distance ? Ils devront me l’expliquer. Atahualpa Yupanqui

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Adiós Tucumán Qué mala será mi pena, que solo sabe penar. ¡Cómo me duele esta pena de irme tan lejos de mi Tucumán! ¡Cómo me duele esta pena de irme tan lejos de mi Tucumán! No me asustan los caminos, ni arenas, ni pedregal, por muchos que haya en el mundo, no son los caminos de mi Tucumán. Por muchos que haya en el mundo, no son los caminos de mi Tucumán.

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Adiós, mi pago querido, mi rancho de Raco, mi lindo sauzal, cuando te canten mi zamba, quién sabe tu gaucho, por dónde andará. Cuando te canten mi zamba, quién sabe tu gaucho, por dónde andará. Mi sillonero pasuco, ya nunca lo ensillaré, lo han de cuidar las estrellas, ¡y adiós mi caballo, ya no volveré! Senditas las de mi tierra, caminito del Tafí, tal vez una tucumana, bailando esta zamba, se acuerde de mí. Tal vez una tucumana, bailando la zamba, se acuerde de mí. Adiós, mi pago querido, mi rancho de Raco, mi lindo sauzal, cuando te canten mi zamba, ¡quién sabe tu gaucho, por dónde andará! Cuando te canten mi zamba, ¡quién sabe tu gaucho, por dónde andará! Atahualpa Yupanqui


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Adieu Tucumán Dure sera ma peine, qui ne fait que peiner. Comme cela me fait souffrir de partir si loin de mon Tucumán ! Comme cela me fait souffrir de partir si loin de mon Tucumán ! Les chemins ne m’effraient pas, ni les sables, ni les rocailles, aussi nombreux qu’ils soient dans le monde, ce ne sont pas les chemins de mon Tucumán. Aussi nombreux qu’ils soient dans le monde, ce ne sont pas les chemins de mon Tucumán. 1 rancho : petite maison aux murs d’adobe et au toit de paille. 2 zamba : chant et danse traditionnelle argentine.

Adieu, terre aimée, mon rancho1 de Raco, ma jolie saulaie, lorsqu’on te chantera ma zamba2, qui sait où ton gaucho se trouvera. Lorsqu’on te chantera ma zamba, qui sait où ton gaucho se trouvera. Le cheval que je monte, je ne le sellerai plus, les étoiles veilleront sur lui, et adieu cheval, je ne reviendrai plus ! Chers sentiers de ma terre, petit chemin de Tafí, peut-être une Tucumane, en dansant cette zamba, se souviendra de moi. Peut-être une Tucumane, en dansant cette zamba, se souviendra de moi. Adieu, terre aimée, mon rancho de Raco, ma jolie saulaie, lorsqu’on te chantera ma zamba, qui sait où ton gaucho se trouvera ! Lorsqu’on te chantera ma zamba, qui sait où ton gaucho se trouvera ! Atahualpa Yupanqui

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Basta ya Ya viene la madrugada los gallos están cantando compadre están anunciando que ya empieza la jornada Al vaivén de mi carreta nació esta lamentación compadre ponga atención que ya empieza mi cuarteta No tenemos protección... Trabajo para el inglés trabajo de carretero sudando por un dinero que en la mano no se ve ¡Basta ya, basta ya que el yanqui mande! El yanqui vive en palacio, yo vivo en un barracón, ¿cómo es posible que viva el yanqui mejor que yo? 36

¿Qué pasa con mis hermanos de México y Panamá? Sus padres fueron esclavos, sus hijos no lo serán. ¡Basta ya, basta ya que el yanqui mande! Yo de pequeño aprendí a luchar por esa paz de grande lo repetí y a la cárcel fui a parar. ¡Basta ya, basta ya que el yanqui mande! ¿Quién ha ganado la guerra en los montes del Vietnam? el guerrillero en su tierra y el yanqui en el cinema. ¡Basta ya, basta ya que el yanqui mande! Atahualpa Yupanqui


Assez L’aube se lève les coqs se mettent à chanter compère, ils annoncent que la journée commence. Au va-et-vient de ma charrette est née cette lamentation, compère, prête attention, mon quatrain va commencer. Nous vivons sans protection... Je travaille pour l’Anglais je travaille comme charretier suant pour un sou qui dans la main ne se voit pas. Assez, Assez que le Yankee commande ! Le Yankee vit dans un palace, et moi dans un baraquement. Comment est-il possible que le Yankee vive mieux que moi ? Qu’en est-il de mes frères du Mexique et du Panama ? Leurs parents furent esclaves, leurs enfants ne le seront pas. Assez, Assez que le Yankee commande ! Enfant, j’ai appris à lutter pour cette paix adulte, je m’y suis évertué et en prison fus jeté. Assez, Assez que le Yankee commande ! Qui a gagné la guerre dans les forêts du Vietnam ? Le guérillero sur sa terre et le Yankee au cinéma. Assez, assez que le Yankee commande ! Atahualpa Yupanqui

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Baguala de Amaicha Pa’ cantar bagualas, no cuenta la voz, sólo se precisa poner en la copla, todo el corazón. No han de ser bagualas, mientras haiga sol, andando y de noche, rodeau de silencio, se canta mejor. Golpeando las piedras, mi buen marchador, como si marcara mesmo, los latidos de mi corazón. Y en los guardamontes, haciendo el tambor, con mis esperanzas, y mis alegrías, ¡si habré cantao yo...!

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Pa’ cantar bagualas, no cuenta la voz, solo se precisa poner en la copla, todo el corazón. Me gusta verlo al verano, cuando los pastos maduran. Cuando dos se quieren bien, de una legua se saludan. Venite chinita, tal vez te ha’i gustar... Yo no soy de aquí, yo no soy de allá, yo soy de los pagos de Puesto El Mollar. Corazón que andáis con sueño, te andáis queriendo dormir, al menos volvete copla, Pa’ yo morirme feliz. Yo no soy de aquí, yo no soy de allá, yo soy de los pagos de Puesto El Mollar De Puesto El Mollar de Puesto El Mollar Atahualpa Yupanqui/Pablo del Cerro


Baguala d’Amaicha 1 baguala : chant traditionnel du Nord-Ouest argentin.

Pour chanter des bagualas1, la voix ne compte pas, il suffit, dans les vers, d’y mettre tout son cœur. Ce ne sont pas des bagualas, tant qu’il y a du soleil, marchant dans la nuit, entouré de silence, on chante mieux. Frappant les pierres, mon bon marcheur, comme s’il marquait, les battements de mon cœur.

2 guardamontes : pièces de cuir animal qui s’utilisent pour protéger les jambes du cavalier.

Et sur mes guardamontes2, imitant le tambour, avec mes espoirs et mes joies, ce que j’ai pu chanter... ! Pour chanter des bagualas, la voix ne compte pas, il suffit, dans les vers, d’y mettre tout son cœur. J’aime voir l’été, quand les pâturages mûrissent. Quand deux êtres s’aiment bien, d’une lieue ils se saluent. Viens, ma belle, tu vas peut-être apprécier... Je ne suis pas d’ici, je ne suis pas de là-bas, je suis de la région de Puesto El Mollar. Cœur, toi qui as sommeil, qui as envie de t’endormir, au moins, deviens chanson, pour que je meure heureux. Je ne suis pas d’ici, je ne suis pas de là-bas, je suis de la région de Puesto El Mollar. De Puesto El Mollar de Puesto El Mollar Atahualpa Yupanqui/Pablo del Cerro

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Cachilo dormido Cuando pases por Santiago camina sin hacer ruido, porque en un rincón del pago está el Cachilo dormido. Está el Cachilo dormido con su ponchito de almohada, quizá, buscando en el sueño el alma de la vidala. El alma de la vidala, florcita salavinera, llegando los carnavales, se le ha’i volver chacarera, (Tarareo...)

llegando los carnavales, se la ha’i volver chacarera. Hay un rincón en el cielo donde moran los quichuistas, donde cantan chacareras al llegar la tardecita. 40

Al llegar la tardecita, corazón estremecido, anda el Soco tarareando para el Cachilo dormido. Para el Cachilo dormido, florcita salavinera, llegando los carnavales, se le ha’i volver chacarera, (Tarareo... )

llegando los carnavales, se le ha’i volver chacarera. Atahualpa Yupanqui


Cachilo endormi Lorsque tu passeras par Santiago marche sans bruit, car là, dans un coin, Cachilo est endormi.

1 et 2 vidala, chacarera : chants traditionnels argentins.

Cachilo est endormi avec son poncho pour oreiller, cherchant peut-être dans le sommeil l’âme de la vidala1. L’âme de la vidala, petite fleur de Salavina, à l’arrivée des carnavals, chacarera2 deviendra, (lalalala...)

à l’arrivée des carnavals, chacarera deviendra. Il est un coin du ciel où l’on parle quechua, où l’on chante des chacareras lorsque le soir arrive. Lorsque le soir arrive, cœur frémissant, Soco va fredonnant pour Cachilo endormi. Pour Cachilo endormi, petite fleur de Salavina, à l’arrivée des carnavals, chacarera deviendra, (lalalala... )

à l’arrivée des carnavals, chacarera deviendra. Atahualpa Yupanqui

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Camino del indio Caminito del indio, sendero coya sembra’o de piedras. Caminito del indio, que junta el valle con las estrellas. Caminito que anduvo de sur a norte mi raza vieja antes que en la montaña la pachamama se ensombreciera. Cantando en el cerro, llorando en el río, se agranda en la noche la pena del indio. El sol y la luna y este canto mío besaron tus piedras, camino del indio.

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En la noche serrana llora la quena su honda nostalgia y el caminito sabe cuál es la chola que el indio llama. Se levanta en el cerro la voz doliente de una baguala y el camino lamenta ser el culpable de la distancia. Atahualpa Yupanqui


Chemin de l’Indien

1 relatif aux Kollas : peuple du Nord-Ouest argentin et de Bolivie.

2 Pachamama : littéralement, Terre-Mère, divinité très importante dans les cultures andines.

Petit chemin de l’Indien, sentier kolla1 semé de pierres. Petit chemin de l’Indien, qui unit la vallée aux étoiles. Petit chemin qu’a suivi du sud au nord ma race ancestrale avant que sur la montagne la Pachamama2 ne s’assombrisse. Chantant sur la colline, pleurant sur la rivière, grandit dans la nuit la peine de l’Indien. Le soleil et la lune et ce chant qui est mien ont embrassé tes pierres, chemin de l’Indien.

3 chola : nom affectueux que les Indiens des Andes donnent aux femmes.

Dans la nuit de la montagne la quena pleure sa nostalgie profonde et le petit chemin sait qui est la chola3 que l’Indien appelle. S’élève sur la colline la voix souffrante d’une baguala et le chemin se lamente d’être coupable de la distance. Atahualpa Yupanqui

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Canción de los horneros En la cumbrera ‘e mi rancho anidaron dos horneros, y yo parezco un extraño y el rancho parece de ellos. Dentro solo, salgo solo, siempre solo voy y vengo, los hallo juntos po’ el campo y el rancho parece de ellos. Juntos trabajan y cantan y tuito lo hacen contentos, yo no sé si a mí me miran con lástima o con desprecio. Ni se asustan cuando paso, como si yo juera un perro, que no estorbo ni hago daño y me dejan que ande suelto.

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Ansina vivo en mi rancho dende que solo me veo, denantes otro era el nido y el mundo parecia nuestro. Rogale a Dios, hornerito, que no te pase lo mesmo. Romildo Risso/Atahualpa Yupanqui


Chanson des passereaux Sur le faîte de mon rancho deux passereaux ont fait leur nid, moi j’ai l’air d’un étranger et le rancho semble leur appartenir. Je rentre seul, je sors seul, toujours seul je vais et je viens, je les trouve ensemble dans le champ et le rancho semble leur appartenir. Ils travaillent et chantent ensemble et tout cela, ils le font contents, je ne sais s’ils me regardent avec pitié ou bien mépris. Ils ne s’effraient pas lorsque je passe, comme si j’étais un chien, ni gênant ni méchant qu’on laisse aller librement. C’est ainsi que je vis dans mon rancho depuis que je suis seul, il y avait naguère un autre nid et le monde semblait nous appartenir. Supplie Dieu, petit passereau, que mon sort te soit épargné. Romildo Risso/Atahualpa Yupanqui

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Chacarera de las piedras Aquí canta un caminante que muy mucho ha caminado y ahora vive tranquilo y en el Cerro Colorado. Largo mis coplas al viento por donde quiera que voy soy árbol lleno de frutos como plantita ‘e mistol. Cuando ensillo mi caballo me largo por las arenas y en la mitad del camino ya me he olvidao de las penas Caminiaga, Santa Elena, El Churqui, Rayo Cortado no hay pago como mi pago viva el Cerro Colorado

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A la sombra de unos talas Yo ‘hi sentido de un repente a una moza que decía: sosiegue, que viene gente. Te voy a dar un remedio que es muy bueno pa’ las penas grasita de iguana macho mezclaíta con yerba buena Chacarera de las piedras criollita como ninguna no te metas en los montes si no ha salido la luna. Atahualpa Yupanqui/Pablo del Cerro


Chacarera des pierres Ici chante un marcheur qui a beaucoup cheminé et vit maintenant en paix à Cerro Colorado. Je lance mes vers au vent où que j’aille je suis un arbre plein de fruits tel un petit jujubier. Quand je selle mon cheval je m’élance à travers les sables et à mi-chemin déjà mes peines sont oubliées. Caminiaga, Santa Elena, El Churqui, Rayo Cortado il n’y a d’autre pays pareil au mien vive Cerro Colorado. 1 tala : arbre épineux d’Amérique du Sud.

À l’ombre des talas1 J’ai soudain entendu une jeune fille qui disait : du calme, quelqu’un arrive. Je vais te donner un remède excellent contre les peines de la graisse d’iguane mâle mélangée à de la menthe. Chacarera des pierres bien de chez nous, comme aucune autre ne pars pas dans la forêt si la lune ne s’est pas levée. Atahualpa Yupanqui/Pablo del Cerro

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Chacarera del pantano Por el Cerro de las Cañas, iba cantando un paisano, despacito y cuesta arriba, y en dirección del Pantano. Cuando dio con el carril, divisó una lucecita, está de fiesta el boliche, que llaman La Serranita. Lindo es ver fletes atados, con la lonja palenquera, y sentir una guitarra, tocando la chacarera. Chacarera del pantano, que me despierta un querer, los paisanos zapateando, ¡mi caballo sin comer!

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Un criollo miraba al campo, pidiendo al cielo que llueva, y se queda mosqueteando, como vizcacha en la cueva. Sirva vino doña Rocha, sirva otra vuelta patrona, ya se siente el olorcito, del asau de cabrillona. Sirva vino doña Rocha, no me lo quiera cobrar, con gatos y chacareras, yo l’hei saber pagar. Chacarera del pantano, que me despierta un querer, los paisanos zapateando, ¡mi caballo sin comer! Atahualpa Yupanqui/Pablo del Cerro


1 El Pantano : village proche de Córdoba.

Chacarera du Pantano1 Sur le Cerro de las Cañas, un homme allait chantant, il montait lentement, en direction du Pantano. Lorsqu’il rejoignit le chemin, il aperçut une petite lumière, le bar est en fête, celui qu’on appelle La Serranita. C’est beau de voir des chevaux attachés, la bride au poteau, et d’entendre une guitare, jouer la chacarera. Chacarera du Pantano, qui éveille un amour en moi, les hommes dansent, et mon cheval n’a pas mangé ! Un homme regardait la campagne, demandant au ciel qu’il pleuve, et il reste à observer, comme la viscache dans son terrier. Servez du vin Doña Rocha, une autre tournée patronne, on sent déjà l’odeur, du chevreau à la braise.

2 gato : chant et danse traditionnel d’Argentine.

Servez du vin Doña Rocha, ne me demandez pas d’argent, de gatos2 et de chacareras, je saurai bien vous payer. Chacarera du Pantano, qui éveille un amour en moi, les hommes dansent, et mon cheval n’a pas mangé ! Atahualpa Yupanqui/Pablo del Cerro

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Criollita santiagueña Criollita santiagueña, morena linda, por ti cantan los changos sus vidalitas, santiagueña. Criollita santiagueña, negras pestañas, flor de los chañarales en las mañanas, santiagueña. Otros han de alabar a las donosas de la ciudad. Guarmicita del campo para tus tardes te quiero dar esta zambita linda como tus ojos, santiagueña. Cuando vas a traer agua de la represa, endulzas con tu canto toda la siesta, santiagueña. 50

Criollita santiagueña, morena linda, por ti cantan los changos sus vidalitas, santiagueña. Atahualpa Yupanqui/Andrés Chazarreta


Jeune fille de Santiago

1 vidalita : chant traditionnel argentin.

2 chañarales : lieu foisonnant de chañares, arbre que l’on trouve au Chili et en Argentine.

Jeune fille de Santiago, jolie brune, pour toi les jeunes gens chantent leurs vidalitas1, fille de Santiago. Jeune fille de Santiago, cils noirs, fleur des chañarales2 au matin, fille de Santiago. D’autres vont louer les dames de la ville. Petite femme de la campagne pour tes après-midi je veux te donner cette zamba, belle comme tes yeux, fille de Santiago. Lorsque tu vas chercher de l’eau à la retenue, de ton chant tu adoucis toute la sieste, fille de Santiago. Jeune fille de Santiago, jolie brune, pour toi les jeunes gens chantent leurs vidalitas, fille de Santiago. Atahualpa Yupanqui/Andrés Chazarreta

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De tanto ir y venir De tanto dir y venir abrí una huella en el campo. Para el que después anduvo ya fue camino liviano. En infinitos andares fui la gramilla pisando. Raspé mí poncho en los talas. Me hirieron pinchos de cardo. Las huellas no se hacen solas ni con sólo el dir pisando. Hay que rondar madrugadas maduras en sueño y llanto. Viento de injustas arenas fueron mi huella tapando. Lo que antes fue clara senda se enyenó de espina y barro.

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Parece que no hubo nada si se mira sin mirarlo. Todo es malezal confuso, pero mi huella está abajo. Desparejo es el camino. Hoy ando senderos ásperos. Piso la espina que hiere, pero mi huella está abajo. Tal vez un día la limpien los que sueñan caminando. Yo les daré, desde lejos mi corazón de regalo. Atahualpa Yupanqui/Pablo del Cerro


À force d’aller et venir À force d’aller et venir j’ai laissé ma trace dans le champ. Pour celui qui est passé après moi le chemin fut plus facile. Au cours d’innombrables marches j’ai foulé les herbes. J’ai accroché mon poncho aux talas. Des épines de chardon m’ont blessé. Les traces ne se font pas seules ni simplement en marchant. Il faut en passer des aurores à rêver et à pleurer. Des vents de sables injustes ont recouvert ma trace. Ce qui jadis fut sentier clair s’est rempli d’épines et de boue. On dirait qu’il n’y a rien eu si l’on regarde sans regarder. Tout est broussailles confuses, mais ma trace est dessous. Inégal est le chemin. Je suis aujourd’hui des sentiers ardus. Je foule l’épine qui blesse, mais ma trace est dessous. Un jour peut-être la nettoieront ceux qui rêvent en marchant. Je leur donnerai, de loin mon cœur en cadeau. Atahualpa Yupanqui/Pablo del Cerro

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El alazán Era una cinta de fuego galopando, galopando. Crin revuelta en llamaradas mi alazán, te estoy nombrando. Trepó la sierra con luna cruzó los valles nevando cien caminos anduvimos mi alazán, te estoy nombrando. Oscuro lazo de niebla te pialó junto al barranco. ¿Cómo fue que no lo viste? ¿Qué estrella estabas buscando? En el fondo del abismo ni una voz para nombrarlo, solito se fue muriendo mi caballo, mi caballo.

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Sobre la horqueta de un tala hay un morral solitario. Y hay un corral sin relinchos mi alazán, te estoy nombrando. Si como dicen algunos hay cielo pa’l buen caballo, por ahí andará mi flete galopando, galopando. Oscuro lazo de niebla te pialó junto al barranco. ¿Cómo fue que no lo viste? ¿Qué estrella estabas buscando? Solito se fue muriendo mi caballo, mi caballo. Atahualpa Yupanqui/Pablo del Cerro


L’alezan C’était un ruban de feu qui galopait, qui galopait. Crinière agitée et flamboyante mon alezan, je te nomme. Il gravit la montagne sous la lune il traversa les vallées sous la neige cent chemins nous parcourûmes mon alezan, je te nomme. Un obscur lasso de brume t’a entravé près du ravin. Comment ne l’as-tu pas vu ? Quelle étoile cherchais-tu ? Au fond de l’abîme pas même une voix pour le nommer, tout seul il s’est éteint mon cheval, mon cheval. Sur la fourche d’un tala pend une musette solitaire. Un corral privé de hennissement mon alezan, je te nomme. Si comme d’aucuns disent il est un ciel pour les bons chevaux, mon coursier doit s’y trouver à galoper, à galoper. Un obscur lasso de brume t’a entravé près du ravin. Comment ne l’as-tu pas vu ? Quelle étoile cherchais-tu ? Tout seul il s’est éteint mon cheval, mon cheval. Atahualpa Yupanqui/Pablo del Cerro

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El arriero va En las arenas bailan los remolinos, el sol juega en el brillo del pedregal, y prendido a la magia de los caminos, el arriero va, el arriero va. Es bandera de niebla su poncho al viento, lo saludan las flautas del pajonal, y animando la tropa por esos cerros, el arriero va, el arriero va. Las penas y las vaquitas se van por la misma senda. Las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas. Un deg端ello de soles muestra la tarde, se han dormido las luces del pedregal, y animando la tropa, dale que dale, el arriero va, el arriero va.

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Amalaya la noche traiga un recuerdo que haga menos pesada mi soledad. Como sombra en la sombra por esos cerros, el arriero va, el arriero va. Atahualpa Yupanqui/Pablo del Cerro


Le conducteur de troupeau va Les tourbillons dansent sur les sables, le soleil joue avec l’éclat des pierres, et sous le charme de la magie des chemins, le conducteur de troupeau va. Son poncho dans le vent est bannière de brume, les flûtes de la jonchaie le saluent, et encourageant la troupe sur ces collines, le conducteur de troupeau va. Les peines et les petites vaches prennent le même chemin. Les peines sont nôtres, les petites vaches sont à d’autres. Le soir montre un égorgement de soleils, les lumières des pierres se sont endormies, et encourageant la troupe, encore et encore, le conducteur de troupeau va. Pourvu que la nuit apporte un souvenir qui rende moins pesante ma solitude. Comme une ombre dans l’ombre, sur ces collines, le conducteur de troupeau va. Atahualpa Yupanqui/Pablo del Cerro

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El cielo está dentro de mí En lo alto de la sierra me detuve a descansar pero sentí que me iba sin moverme del lugar. Los ojos se me perdieron en aquella inmensidad y me olvidé de mi mismo tanto mirar y mirar. De pronto me ha preguntado la voz de la soledad si andaba buscando el cielo y yo respondí: quizás. El cielo está dentro de uno y está el infierno también. El alma escribe sus libros Pero ninguno los lee.

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A veces uno camina entre la sombra y la luz en la cara la sonrisa y en el corazón la cruz. Búscalo al cielo en ti mismo que allí lo vas a encontrar pero no es fácil hallarlo pues hay mucho que luchar. Por caminos solitarios yo me puse a caminar por fuera nada buscaba pero por dentro quizás. Atahualpa Yupanqui/Pablo del Cerro


Le ciel est en moi Au sommet de la montagne je me suis arrêté pour me reposer, mais j’ai senti que je partais sans bouger de là. Mes yeux se sont perdus dans cette immensité et je me suis oublié moi-même à force de tant regarder. Soudain la voix de la solitude m’a demandé si je cherchais le ciel et je lui ai répondu : peut-être. Le ciel est en chacun et l’enfer l’est aussi. L’âme écrit ses livres, mais personne ne les lit. On chemine parfois entre l’ombre et la lumière le sourire au visage et dans le cœur, la croix. Cherche le ciel en toi c’est là que tu le trouveras, mais il ne sera pas facile de le dénicher il faudra beaucoup lutter. Sur des chemins solitaires je me suis mis à marcher dehors, je ne cherchais rien mais dedans, peut-être. Atahualpa Yupanqui/Pablo del Cerro

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El pintor Creyendo hacer cosa buena Un pintor me pintó un día, Más me pintó por afuera Porque adentro no veía. ¿Cuándo vendrá ese pintor que pinte lo que yo siento? Ganas de vivir la vida sin angustias ni tormentos... Es mal pintor el pintor que me ha pintado aquel día, cantando coplas serranas con la barriga vacía. Es mal pintor el pintor, y en esto no hay duda alguna, pues solo pintó mi poncho y se olvidó de mi hambruna.

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¿Cuándo vendrá ese pintor que pinte lo que yo siento? Ganas de vivir la vida sin pesares ni tormentos. Creyendo hacer cosa buena... Atahualpa Yupanqui


Le peintre Croyant faire une bonne chose Un jour un peintre m’a peint, Mais il m’a peint du dehors Car dedans, il ne voyait pas. Quand viendra ce peintre qui peindra ce que je ressens ? Envie de vivre la vie sans angoisses ni tourments... Quel mauvais peintre que ce peintre qui m’a peint ce jour-là, à fredonner des chansons des montagnes sans rien dans l’estomac. Quel mauvais peintre que ce peintre, de cela il ne fait aucun doute, il n’a peint que mon poncho et a oublié ma faim. Quand viendra ce peintre qui peindra ce que je ressens ? Envie de vivre la vie sans angoisses ni tourments... Croyant faire une bonne chose... Atahualpa Yupanqui

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El promesante Recitado

De lejos… De lejos viene llegando el promesante, golpeándose el pecho ¡Cuánta piedra afuera! ¡Cuánto gozo adentro! ¡Si el chango se sana, bien haiga el esfuerzo…! ¡Si mesmo parece que en el alma kolla se juntan la tierra y el cielo…! Canto

¡Señor de los cielos! ¡Tatacita Dios! Toditos mis rezos Los traigo pa’vos…

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Se ha sanao mi chango. ¡Casi que lo pierdo, Señor! ¡Todito el milagro te lo debo a vos! Andando y andando me vine hasta aquí golpeándome el pecho como un tamboril. Mesmo de alegría traigo un lagrimón ¡Mesmo de alegría lo lloro, Señor! Yo t’hi promesao no macharme más; no peliar con naides, ¡siempre trabajar! ¡Lo que puede el cielo cuando quiere Dios! ¡Se ha sanao mi chango m’hi compuesto yo! Atahualpa Yupanqui


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Celui qui a promis Récit

De loin… De loin arrive celui qui a promis, se frappant la poitrine… Que de roc dehors ! Que de plaisir dedans ! Si le petit guérit, l’effort en vaut la peine… ! Il semblerait même que dans l’âme kolla la terre et le ciel se rejoignent… ! Chant

Seigneur des cieux ! Dieu le Père ! Toutes mes prières Je te les apporte… Mon petit a guéri. J’ai failli le perdre, Seigneur ! Tout le miracle c’est à toi que je le dois ! Marchant sans répit je suis venu jusqu’ici me frappant la poitrine comme un tambourin. Et de joie, même, j’apporte une larme… Et de joie, même, je pleure, Seigneur ! Je t’ai promis de ne plus partir, de ne me disputer avec personne, de toujours travailler ! Ce dont est capable le ciel lorsque Dieu le veut ! Mon petit a guéri et moi, me suis assagi ! Atahualpa Yupanqui

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Guitarra dímelo tú Si yo le pregunto al mundo, el mundo me ha de engañar. Cada cual cree que no cambia, y que cambian los demás. Y paso las madrugadas, buscando un rayo de luz. Por qué, la noche es tan larga, guitarra, dímelo tu. Se vuelve cruda mentira, lo que fue tierna verdad y hasta la tierra fecunda, se convierte en arenal. Y paso las madrugadas, buscando un rayo de luz. Por qué, la noche es tan larga, guitarra, dímelo tu.

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Los hombres son dioses muertos, de un templo ya derrumbao. Ni sus sueños se salvaron, sólo una sombra ha quedao. Y paso las madrugadas, buscando un rayo de luz. Por qué, la noche es tan larga, guitarra, dímelo tu. Atahualpa Yupanqui


Guitare, dis-le-moi Si je le demande au monde, le monde va me tromper. Chacun croit rester le même, et que les autres changent. Et j’en passe des petits matins, à chercher un rayon de lumière. Pourquoi la nuit est-elle si longue ? Guitare, dis-le-moi. Ce qui fut tendre vérité devient cruel mensonge et même la terre féconde, se convertit en désert de sable. Et j’en passe des petits matins, à chercher un rayon de lumière. Pourquoi la nuit est-elle si longue ? Guitare, dis-le-moi. Les hommes sont des dieux morts, d’un temple déjà en ruine. Ni même leurs rêves se sont sauvés, seule une ombre a subsisté. Et j’en passe des petits matins, à chercher un rayon de lumière. Pourquoi la nuit est-elle si longue ? Guitare, dis-le-moi. Atahualpa Yupanqui

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Indiecito dormido Poncho de cuatro colores cuatro caminos quebrados y un solo sueño de cobre está el changuito soñando. Indiecito dormido pa’ acompañarte se duerme el río indiecito dormido junto a tu puerta pasa el camino pasa el camino, sí, pasa el camino, cuando por él te vayas... ¡chuy! ¡chuy! ¡qué frío! Sueña que es tibia la nieve que son blandos los guijarros que el viento te cuenta cuentos de pastores y rebaños. Atahualpa Yupanqui/Pablo del Cerro

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Petit indien endormi Poncho de quatre couleurs quatre chemins brisés et un seul rêve couleur cuivre l’enfant est en train de rêver. Petit indien endormi pour te tenir compagnie, la rivière s’endort petit indien endormi à ta porte le chemin passe le chemin passe, oui, le chemin passe, quand tu le suivras... Ouille, ouille ! Quel froid ! Il rêve que tiède est la neige que tendres sont les cailloux que le vent te raconte des histoires de bergers et de troupeaux. Atahualpa Yupanqui/Pablo del Cerro


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La andariega Que nunca me olvidaría, siempre sabía jurar. Hoy, que me encuentro tan lejos, ¿quién sabe, mi alma, si se acordará? La pobre esperanza mía mucho me supo ayudar. Hoy me lastiman las dudas: ¿quién sabe, mi alma, si se acordará? Me acuesto sobre el apero; triste me pongo a pensar: toda la vida es ausencia, ¿quién sabe, mi alma, si se acordará? Esta zambita andariega, nacida en el arenal, de tanto vagar conmigo sabe mi pena de andar y de andar.

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Nunca me ha dado la vida un rancho donde soñar. Yo me desangro en la huella, ¿quién sabe, mi alma, si se acordará? Atahualpa Yupanqui


La voyageuse Qu’elle ne m’oublierait jamais, elle a toujours su jurer. Aujourd’hui que je me trouve si loin, qui sait, mon âme, si elle s’en souvient ? Ma pauvre espérance a beaucoup su m’aider. Aujourd’hui les doutes me blessent : qui sait, mon âme, si elle s’en souvient ? Je m’allonge sur la selle ; triste, je me mets à penser : toute la vie est absence, qui sait, mon âme, si elle s’en souvient ? Cette jolie zamba voyageuse, née à travers les sables, a tellement vagué avec moi qu’elle connaît ma peine pour avoir tant voyagé. Jamais la vie ne m’a donné un rancho où rêver. Je me vide de mon sang sur les chemins, qui sait, mon âme, si elle s’en souvient ? Atahualpa Yupanqui

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La añera Dónde está mi corazón, que se fue tras la esperanza. Tengo miedo que la noche, me deje también sin alma. Donde está la palomita, que al amanecer lloraba. Se fue muy lejos dejando, sobre mi pecho sus lágrimas. Cuando se abandona el pago y se empieza a repechar tira el caballo adelante y el alma tira pa’ atrás. Yo tengo una pena antigua, inútil botarla afuera y como es pena que dura, yo la he llamado la añera.

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Dónde están las esperanzas, dónde están las alegrías, la añera es la pena buena, y es mi sola compañía. Atahualpa Yupanqui/Nabor Córdoba


L’Ancienne Où est mon cœur, qui s’en est allé derrière l’espérance. J’ai peur que la nuit me laisse aussi sans âme. Où est la petite colombe, qui pleurait à l’aube. Elle est partie très loin, laissant sur ma poitrine ses larmes. Lorsqu’on abandonne sa terre et commence à gravir la pente, le cheval tire en avant et l’âme en arrière. J’ai une vieille peine, inutile de la rejeter et comme c’est une peine qui dure, je l’ai appelée l’Ancienne. Où sont les espérances, où sont les joies, l’Ancienne est la bonne peine, et ma seule compagnie. Atahualpa Yupanqui/Nabor Córdoba

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La alabanza Viejo canto de mis pagos, viejo como el salitral: alabanza chacarera, te quiero cantar. Amuy kaymi dice el bombo, cuando suena allá en Mailín; por ahí anda Don Gallito tocando el violín. En Loreto bailo zamba, el escondido en Beltrán, pa’ bailar un buen remedio Ay Suncho Corral. Nocka Salavina manta, de ande llaman el Troncal; alabanza, chacarera, te quiero cantar.

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Ashpa Sumaj la alabanza, cantada en el quebrachal. Mesmo como si llamaran: vengan a rezar. Zapatea por lo parejo; no lo enojes al tierral. Poquito, cepíllamelo la chacarera. Ya va saliendo la luna brillando en el salitral; engualichando guitarras con su claridad. Atahualpa Yupanqui/Hermanos Díaz


La alabanza Vieux chant de ma terre, vieux comme le salpêtre : alabanza, chacarera, je veux te chanter. 1 bombo : tambour d’Amérique du Sud.

2 et 3 escondido, remedio : danses traditionnelles argentines.

Allons là-bas, dit le bombo1, lorsqu’il retentit à Mailín ; c’est par là que se trouve Don Gallito qui joue du violon. À Loreto je danse la zamba, l’escondido2 à Beltrán, pour danser un bon remedio3 Aïe, Suncho Corral. Je suis de Salavina, de l’endroit appelé Troncal ; alabanza, chacarera, je veux te chanter.

4 quebracho : arbre originaire d’Amérique du Sud au bois très dur.

Qu’elle est belle la alabanza, chantée dans la forêt de quebrachos4. Elle est comme un appel lancé : venez prier. Frappe du pied sur le plat du terrain ; ne le contrarie pas. Brosse-le un petit peu, quand tu danses la chacarera. La lune est en train de se lever elle brille sur le salpêtre ; envoûtant les guitares de sa clarté. Atahualpa Yupanqui/Hermanos Díaz

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La colorada Soy del Cerro Colorao, ande no sabe llover, ande naides cruza el río, cuando le da por crecer. En piedras y moldejones, trabajan grandes y chicos, martillando todo el día, pa´ que otro se vuelva rico. De la mañana a la noche Cantaba un chango en los yuyos Y según me anoticiaron Se había tragado un coyuyo. El zorro me llevó un pollo, y una tarde lo rastrié, vidé que usaba alpargatas, y eran del número diez.

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Agua le di a un garabato, que se estaba por secar, y me ha pagado con flores, que alegran mi soledad. Me fui para Taco Yaco, y a comprar un marchador, y me truje un zaino flaco, petisito y roncador. Pasaba un chango cantando, y en una chata carguera, y la mula iba diciendo: pucha, ¡qué vida fulera!”. Chacarera, chacarera, de mi Cerro Colorao, al mozo que está bailando, lo viá elegir de cuñao. Atahualpa Yupanqui


La colorada (chacarera de Cerro Colorado) Je suis de Cerro Colorado, où il ne pleut jamais, où personne ne traverse la rivière, lorsqu’elle décide de monter. 1 moldejones : pierres à aiguiser extraites à Cerro Colorado.

Sur les pierres et les moldejones1, travaillent grands et petits, à marteler toute la journée, pour qu’un autre s’enrichisse. Du matin au soir un jeune chantait parmi les herbes selon ce qu’on m’a raconté il avait avalé une cigale. Le renard m’a pris une poule, un soir j’ai suivi ses traces, j’ai vu qu’il portait des espadrilles, et même qu’il chaussait du dix. J’ai donné de l’eau à un mimosa, en train de se dessécher, il me l’a rendue avec des fleurs, qui égayent ma solitude. Je suis parti vers Taco Yaco, acheter un cheval de marche, je suis revenu avec un zain maigre, petit et ronfleur. Un jeune passait, chantant, dans une charrette, et la mule allait disant : « punaise, que la vie est moche ! » Chacarera, chacarera, de mon Cerro Colorado, ce jeune qui danse, je vais le choisir pour beau-frère. Atahualpa Yupanqui

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La flecha Llenen mi boca de arena si quieren callar mi voz no he de morirme de pena. La flecha ya está en el aire. La flecha ya está en el aire para llenarse de sol. Han de romper mi guitarra para que no cante yo. No he de afligirme por eso. La flecha ya está en el aire. La flecha ya está en el aire para llenarse de sol. Sin amor rodeado de olvido solitario el corazón yo no he de bajar los brazos. La flecha ya está en el aire. La flecha ya está en el aire para llenarse de sol. 78

Y aunque me quiten los ojos lo mismo he de verlo yo con los ojos de mi hermano donde la flecha cayó. Con los ojos de mi hermano donde la flecha cayó. Después de volar volando para llenarse de sol. Atahualpa Yupanqui/Pablo del Cerro


La flèche Emplissez ma bouche de sable si vous voulez taire ma voix de chagrin, je ne mourrai pas. La flèche est en l’air. La flèche est en l’air pour se gorger de soleil. Il faudra rompre ma guitare pour que je ne chante pas. De cela, je ne m’affligerai pas. La flèche est en l’air. La flèche est en l’air pour se gorger de soleil. Sans amour, cerné par l’oubli, le cœur solitaire, je ne baisserai pas les bras. La flèche est en l’air. La flèche est en l’air pour se gorger de soleil. Et dût-on m’arracher les yeux je verrai toujours la même chose à travers les yeux de mon frère là où la flèche a frappé. À travers les yeux de mon frère là où la flèche a frappé. Après avoir volé et volé pour se gorger de soleil. Atahualpa Yupanqui/Pablo del Cerro

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La milonga perdida La milonga se ha perdido no la pueden encontrar unos dicen que la vieron cerca de San Nicolás. El resero Gorosito puestero del lau de Puán asegura que la ha visto por la orillita del mar. Y anda por ahí lo que dice Don Gabino, el mayoral que la sintió muy quejosa allá por la Paternal. La milonga se ha perdido no la pueden encontrar. No falta quien asegura que la escuchó en un portal en labios de una morena adorno de soledad. 80

El aire de la milonga no se pierde así nomás mientras haya una guitarra argentina u oriental. Tal vez ha cambiado un poco pero es la misma nomás amanecida en la pampa trasnochada en la ciudad. La milonga se ha perdido no la pueden encontrar. Atahualpa Yupanqui/Justo P. Saenz


La milonga perdue La milonga s’est perdue on ne peut la retrouver certains disent l’avoir vue près de San Nicolás. Le vacher Gorosito qui travaille du côté de Puán assure l’avoir vue au bord de la mer. Elle est par là, dit Don Gabino, le contremaître, qui l’a entendue se plaindre aux environs de la Paternal. La milonga s’est perdue on ne peut la retrouver. Il y en a toujours un pour assurer l’avoir entendue à un portail sur les lèvres d’une brune ornement de solitude. L’air de la milonga ne se perd pas si facilement tant qu’il y a une guitare d’Argentine ou d’Uruguay. Elle a peut-être un peu changé mais est restée la même se réveillant dans la pampa passant nuit blanche en ville. La milonga s’est perdue on ne peut la retrouver. Atahualpa Yupanqui/Justo P. Saenz

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La olvidada Yo encontré esta chacarera penando en los arenales, por un criollo barranqueño que ya no hay ver los jumiales. Así cantaba un paisano, paisano salavinero, debajo de un algarrobo y en una tarde de enero. Ya me voy, ya me estoy yendo pa’l la’o de Chilca Juliana. Ay, viditay, naide sabe las que pasaré mañana. Barrancas, tierra querida, te dejo esta chacarera. ¡viditay, ama Koncáichu a quien se va campo afuera!

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Mi negra se me lo ha ido pa’l la’o de Chilca Juliana. Se ha lleva’o caballo, sulki, el bombo y la damajuana. Quisiera ser arbolito, ni muy grande, ni muy chico, pa’ darle un poquito i’sombra Y a los cansaos del camino. Ya me voy, ya me estoy yendo, Ashpa sumaj, Salavina. Tal vez que ya nunca vuelva a contemplar tus Salinas... Atahualpa Yupanqui/Los Hnos. Díaz


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La chacarera oubliée J’ai trouvé cette chacarera pleurant à travers les sables, pour un homme de Barrancas qui ne reverra plus ses arbres. Ainsi chantait un homme, un homme de Salavina, sous un caroubier un après-midi de janvier. Je pars, oui, je pars du côté de Chilca Juliana. Aïe, ma douce, nul ne sait ce que demain j’endurerai. Barrancas, terre aimée, je te laisse cette chacarera. Ma douce, n’oublie pas celui qui part dans la campagne ! Ma belle est partie du côté de Chilca Juliana. Emportant cheval, charrette, bombo et dame-jeanne. Je voudrais être un arbre, ni trop grand, ni trop petit, pour offrir un peu d’ombrage à ceux qui sont las du voyage. Je pars, oui, je pars, belle terre, Salavina. Qui sait si je reviendrai contempler tes salines... Atahualpa Yupanqui/Los Hnos. Díaz

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La zamba perdida Si encuentras por el camino una zambita perdida bríndale un poco de amor quien sabe no vaya herida quien sabe no vaya herida por esos campos penando ofrécele el corazón para que siga cantando. Para que siga cantando las linduras de este suelo que si la vida te golpia la zamba hai’ ser tu consuelo. Nunca mires para atrás para ver lo que has andando míralo a tu corazón que lleva un mundo guardado.

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Que lleva un mundo guardado de auroras y anochecidas y está esperando un remedio para curar sus heridas. Para curar sus heridas las mismas que tú le hiciste tal vez por eso anda triste como una zamba perdida. Atahualpa Yupanqui


La zamba perdue Si tu trouves en chemin une petite zamba perdue donne-lui un peu d’amour qui sait si elle ne va pas, blessée. Qui sait si elle ne va pas, blessée, pleurant à travers ces champs offre-lui ton cœur pour qu’elle continue à chanter. Pour qu’elle continue à chanter les beautés de cette terre car si la vie t’ébranle la zamba saura te consoler. Ne regarde jamais en arrière pour voir le chemin parcouru. Regarde ton cœur qui garde tout un monde en lui. Qui garde tout un monde en lui d’aurores et de crépuscules et qui attend un remède pour soigner ses blessures. Pour soigner ses blessures celles que tu lui as faites il va peut-être, triste, comme una zamba perdue. Atahualpa Yupanqui

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Le tengo rabia al silencio Le tengo rabia al silencio por lo mucho que perdí. Que no se quede callado quien quiera vivir feliz. Un día monté a caballo, y en la selva me metí, y sentí que un gran silencio crecía dentro de mí. Hay silencio en mi guitarra cuando canto el yaraví, y lo mejor de mi canto se queda dentro de mí. Cuando el amor me hizo señas, todo entero me encendí. Y a fuerza de ser callado, callado me consumí.

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Le tengo rabia al silencio por lo mucho que perdí, que no se quede callado quien quiera vivir feliz. Atahualpa Yupanqui


J’enrage contre le silence J’enrage contre le silence pour tout ce que j’ai perdu. Qu’il ne reste silencieux celui qui veut vivre heureux. Un jour, je montai à cheval, et dans la forêt je m’enfonçai, alors je sentis un grand silence en moi qui grandissait. 1 yaraví : forme musicale très mélancolique originaire du Pérou, que l’on retrouve également en Argentine, en Bolivie et en Équateur.

Il y a du silence dans ma guitare lorsque je chante un yaraví1, et le meilleur de mon chant reste au fond de moi. Lorsque l’amour m’a fait signe tout entier me suis enflammé et à force d’être silencieux, silencieux me suis consumé. J’enrage contre le silence pour tout ce que j’ai perdu. Qu’il ne reste silencieux celui qui veut vivre heureux. Atahualpa Yupanqui

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Los hermanos Yo tengo tantos hermanos, que no los puedo contar, en el valle, la montaña, en la pampa y en el mar. Cada cual con sus trabajos, con sus sueños cada cual, con la esperanza delante, con los recuerdos, detrás. Yo tengo tantos hermanos, que no los puedo contar. Gente de mano caliente por eso de la amistad, con un rezo pa’ rezarlo, con un llanto pa’ llorar. Con un horizonte abierto, que siempre está más allá, y esa fuerza pa’ buscarlo con tesón y voluntad. 90

Cuando parece más cerca es cuando se aleja más. Yo tengo tantos hermanos, que no los puedo contar. Y así seguimos andando curtidos de soledad, nos perdemos por el mundo, nos volvemos a encontrar. Y así nos reconocemos por el lejano mirar, por las coplas que mordemos, semillas de inmensidad. Y así seguimos andando curtidos de soledad, y en nosotros nuestros muertos pa’ que naide quede atrás. Yo tengo tantos hermanos, que no los puedo contar, y una novia muy hermosa que se llama libertad. Atahualpa Yupanqui


Les frères J’ai tant de frères, que je ne peux les compter, dans la vallée, la montagne, dans la pampa et sur la mer. Chacun avec ses travaux, avec ses rêves, chacun, avec l’espérance devant, avec les souvenirs, derrière. J’ai tant de frères, que je ne peux les compter. Des hommes à la main chaude, de la chaleur de l’amitié, avec une prière pour prier, avec des pleurs pour pleurer. Avec un horizon ouvert, toujours plus lointain, et cette force pour le chercher avec persévérance et volonté. Lorsqu’il semble tout près, c’est là qu’il est le plus éloigné. J’ai tant de frères, que je ne peux les compter. Et ainsi nous continuons à avancer tannés par la solitude, nous nous perdons à travers le monde, pour ensuite nous retrouver. Et ainsi nous nous reconnaissons, à notre regard portant au loin, au vers que nous mordons, semence d’immensité. Et ainsi nous continuons à avancer tannés par la solitude, portant en nous nos morts pour ne laisser personne dans l’oubli. J’ai tant de frères, que je ne peux les compter, et une fiancée très belle qui a pour nom liberté. Atahualpa Yupanqui

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Luna tucumana Yo no le canto a la luna porque alumbra y nada más, le canto porque ella sabe de mi largo caminar. Ay lunita tucumana tamborcito calchaquí, compañera de los gauchos en las sendas de Tafí. Perdido en las cerrazones quién sabe vidita por donde andaré más cuando salga la luna, cantaré, cantaré. A mi Tucumán querido cantaré, cantaré. Con esperanza o con pena en los campos de Acheral yo he visto la luna buena besando el cañaveral. 92

En algo nos parecemos luna de la soledad yo voy andando y cantando que es mi modo de alumbrar. Atahualpa Yupanqui/Pablo del Cerro


Lune tucumane Je ne chante pas à la lune seulement parce qu’elle éclaire, je chante pour elle car elle connaît mon long chemin. Aïe, jolie lune tucumane petit tambour calchaquí, compagne des gauchos sur les sentiers de Tafí. Perdu dans la brume qui sait, ma douce, où j’irai, mais lorsque la lune se montrera, je chanterai, je chanterai. À mon Tucumán aimé je chanterai, je chanterai. Plein d’espoir ou de peine dans les champs d’Acheral j’ai vu la lune bonne embrasser la cannaie. En un point nous nous ressemblons lune de la solitude moi, je vais marchant et chantant ce qui est ma façon d’éclairer. Atahualpa Yupanqui/Pablo del Cerro

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¡Me voy! Si algún pago no me gusta ¡Me voy!... A mí no me ataja naides y las huellas no me asustan. ¡Así mesmo soy! Si unos ojos no me miran ¡Me voy! ¿A qué golpear en tapera? Es mal gaucho quien suspira. ¡De esos no soy! Si me alaban condiciones, ¡Me voy! Tiento demasiao sobao se ruempe en cuatro tirones. De esos no soy… ¡Por eso me voy! Atahualpa Yupanqui

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Je m’en vais ! Si une terre ne me plaît pas Je m’en vais !... Moi, personne ne m’arrête et les chemins ne m’effraient point. Je suis ainsi ! Si des yeux ne me regardent pas Je m’en vais ! Pourquoi frapper à un rancho abandonné ? Mauvais gaucho que celui qui soupire. De ceux-là, je ne suis point ! Si l’on vante mes dons, Je m’en vais ! Cordon de cuir trop foulé se déchire si l’on tire quatre fois dessus. De ceux-là, je ne suis point C’est pour cela que je m’en vais ! Atahualpa Yupanqui

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¡Gracias, Francia! Nosotros venimos de un continente muy bello antiguo como el aire luminoso como una esperanza sagrado como un ancestro somos sudamericanos Sudamérica es nuestra cuna. ¡De un pago lejano y bello llegamos para agradecer a Francia! ¡Gracias por su ejemplo gracias por su heroísmo gracias, Francia! por haber marcado un día al mundo, por haber revelado un día al universo, un 14 de Julio inolvidable, el camino de la libertad.

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Nosotros, los sudamericanos, nosotros, de pelo liso y rostro cobrizo, los hijos de la pampa y la montaña, te decimos: ¡gracias!, Francia por haber marcado un día el camino de la libertad. Atahualpa Yupanqui


Merci, France ! Nous venons d’un continent très beau ancien comme l’air lumineux comme une espérance sacré comme un ancêtre nous sommes sud-américains l’Amérique du Sud est notre berceau. D’une terre lointaine et belle nous arrivons pour dire merci à la France ! Merci pour son exemple merci pour son héroïsme merci, France ! Pour avoir désigné un jour au monde, pour avoir révélé un jour à l’univers, un 14 Juillet inoubliable, le chemin de la liberté. Nous, les Sud-Américains, nous, aux cheveux lisses et au visage de bronze, les fils de la pampa et la montagne, te disons : merci ! France pour avoir signalé un jour, le chemin de la liberté. Atahualpa Yupanqui

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Milonga del peón de campo Yo nunca tuve tropilla, siempre montao en ajeno... Tuve un zaino que de bueno, ni pisaba la gramilla... Vivo una vida sencilla, como es la del pobre peón. Madrugón, tras madrugón con lluvia, escarcha o pampero... A veces me duelen fiero, los hígados y el riñón. Soy peón de la Estancia Vieja, –partido de Magdalena–, y aunque no valga la pena anote que no son quejas. Un portón lleno de rejas Un jardín grande, un chalé... Lo recibirá un valet que anda siempre disfrazao, más no se asuste, cuñao, y por mí pregúntele... 98

Ni se le ocurra decir que viene pa’ visitarme... diga que viene a cobrarme y lo han de dejar pasar. Allí le van a indicar que siga los eucaliptos.

Al final está un ranchito que han levantao estas manos... ¡Esa es mi casa, paisano! ¡Y ahí puede pegar el grito! Allí le voy a mostrar mi mancarrón, mis dos perros, unas espuelas de fierro y un montón de cosas más. Si es entendido, verá un poncho de fina trama y el retrato de mi mama, que es donde rezo, pensando... mientras lo voy adornando con florcitas de retama... ¿Qué puede ofertar un peón que no sean sus pobrezas? A veces me entra tristeza, y otras veces rebelión. En más de alguna ocasión quisiera hacerme perdiz, para ver de ser feliz en algún pago lejano... Pero a la verdad, paisano, me gusta el aire de aquí... Atahualpa Yupanqui/José Razzano


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Milonga du péon1 Je n’ai jamais eu de troupeau de chevaux, j’ai toujours monté ceux des autres... J’ai eu un zain tellement gentil, que ni l’herbe ne foulait... Je vis une vie simple, comme l’est celle du pauvre péon. Me levant toujours à l’aube sous la pluie, le givre ou le pampero... Parfois me font souffrir le martyre, les foies et le rein. Je suis péon à l’Estancia Vieja – dans la commune de Magdalena –, et bien que ça n’en vaille pas la peine notez que ce ne sont pas des plaintes. Une grande porte avec des grilles Un grand jardin, un pavillon... Un valet vous accueillera, toujours déguisé, mais ne vous effrayez pas, l’ami, et demandez-moi... Ne lui dites surtout pas que vous venez me rendre visite... Dites que vous venez vous faire payer et on vous laissera entrer. Là, on vous indiquera de suivre les eucalyptus.

1 péon : paysan pauvre en Amérique du Sud travaillant sous la dépendance du propriétaire d’un domaine.

Au bout, se trouve un petit rancho que ces mains ont construit... Voilà ma maison, l’ami ! Alors, vous pourrez m’appeler ! Là, je vous montrerai mon canasson, mes deux chiens, des éperons en fer et bien plus encore. Si vous êtes connaisseur, vous verrez un poncho à maille fine et le portrait de ma mère, c’est là que je prie, en pensant... tout en l’ornementant de jolies fleurs de genêt... Que peut offrir un péon d’autre que sa pauvreté ? Parfois je sens de la tristesse, parfois de la rébellion. À plus d’une occasion je voudrais devenir perdrix, pour essayer d’être heureux sur une terre lointaine... Mais à vrai dire, mon ami, c’est l’air d’ici qui me plaît... Atahualpa Yupanqui/José Razzano

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Milonga del solitario Me gusta de vez en cuando perderme en un bordoneo, porque bordoneando veo que ni yo mesmo me mando. Las cuerdas van ordenando los rumbos del pensamiento, y en el trotecito lento de una milonga campera va saliendo campo afuera, lo mejor del sentimiento. Ninguno debe pensar que vengo en son de revancha, no es mi culpa si en la cancha tengo con qué galopear. El que me quiera ganar, ha ‘i tener buen parejero, yo me quitaré el sombrero, porque así me han enseña’o, y me doy por bien paga’o dentrando atrás del primero. 102

Siempre bajito he canta’o porque gritando no me hallo –grito al montar a caballo si en la caña me he bandea’o– pero tratando un versea’o a’nde se canten quebrantos,

apenas mi voz levanto para cantar despacito, que el que se larga a los gritos no escucha su propio canto. Si la muerte traicionera me acogota a su palenque, háganme con dos rebenques la cruz pa’ mi cabecera; si muero en mi madriguera mirando los horizontes, no quiero cruces ni aprontes, ni encargos para el eterno, tal vez pasando el invierno me dé sus flores el monte. Toda la noche he cantado con el alma estremecida, que el canto es la abierta herida de un sentimiento sagrado, a naides tengo a mi lado porque no busco piedad, desprecio la caridad por la vergüenza que encierra; soy como el león de las sierras vivo y muero en soledad. Atahualpa Yupanqui


Milonga du solitaire J’aime de temps à autre jouer avec les graves de ma guitare, car ainsi je réalise que je ne suis pas maître de moi-même. Les cordes ordonnent les chemins de ma pensée, et c’est dans le trot lent d’une milonga de la campagne que s’élance à travers champs le meilleur du sentiment. Que nul ne croie que je viens avec des désirs de revanche, ce n’est pas ma faute si sur le terrain j’ai de quoi galoper. Celui qui voudra me battre, devra avoir un bon coursier, je tirerai mon chapeau, car c’est ainsi qu’on me l’a appris, et m’estimerai satisfait d’arriver après le premier. J’ai toujours chanté à voix basse car crier ne me correspond pas – je crie en montant à cheval si j’ai trop forcé sur l’eau de vie – mais quand je m’essaie à un poème où les peines sont chantées,

j’élève à peine ma voix pour chanter doucement, car celui qui crie à tue-tête n’écoute pas son propre chant. Si la mort, traîtresse, m’attache à son poteau, faites de deux fouets la croix de ma tombe ; si je meurs dans mon terrier le regard sur l’horizon, je ne veux ni croix ni fioritures, ni messages pour l’Éternel, peut-être passé l’hiver la montagne me donnera ses fleurs. J’ai chanté toute la nuit l’âme transie, le chant est la plaie ouverte d’un sentiment sacré, je n’ai personne à mes côtés car je ne cherche la pitié, je méprise la charité pour la honte qu’elle renferme ; je suis comme le lion des montagnes je vis et meurs dans la solitude. Atahualpa Yupanqui

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Nostalgias tucumanas Noches de Tucumán luna la de Tafí quién pudiera volverse para los cerros, ¡ay, ay de mí! Zambas para bailar arpa, bombo y violín recuerdos y esperanzas en los pañuelos, ¡ay, ay de mí! ¡Suena guitarra fiel compañera! Repiqueteando zambas la vida entera, ¡ay, ay de mí! Cerros color azul perfumados de azahar naranjales en mayo y en primavera los amancay

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Noches de Tucumán luna la de Tafí Quién pudiera volverse para los cerros ¡ ay, ay de mí! Atahualpa Yupanqui


Nostalgies tucumanes Nuits de Tucumán lune de Tafí comme j’aimerais retourner vers les collines, pauvre de moi ! Zambas pour danser, harpe, bombo et violon, souvenirs et espoirs dans les foulards, pauvre de moi ! Sonne guitare, fidèle compagne ! Rythmant des zambas toute la vie durant, pauvre de moi ! Collines couleur bleu parfumées de fleur d’oranger orangeraies en mai et au printemps, les lys. Nuits de Tucumán lune de Tafí comme j’aimerais retourner vers les collines, pauvre de moi ! Atahualpa Yupanqui

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Pero a mi nunca jamás De loma en loma has de ir y mi huella buscarás. El rastro de las vicuñas eso solo encontrarás pero a mi nunca jamás. Hasta mi choza has de ir purita piegra nomás. El viento zumba que zumba eso sólo encontrarás pero a mi nunca jamás. Al Antigal has de ir y mi tumba buscarás. Silencio del alta cumbre eso sólo encontrarás pero a mi nunca jamás. De loma en loma has de ir y mi huella buscarás. 106

El rastro de las vicuñas eso solo encontrarás pero a mí nunca jamás Atahualpa Yupanqui/Pablo del Cerro


Mais moi, jamais De colline en colline tu pourras aller et ma trace chercher. Seule celle des vigognes tu trouveras, mais moi, jamais. Jusqu’à ma hutte tu pourras aller que des pierres, rien d’autre. Seul le vent bourdonnant tu trouveras, mais moi, jamais. Au cimetière tu pourras aller et chercher ma tombe. Seul le silence des hauts sommets tu trouveras, mais moi, jamais. De colline en colline tu pourras aller et ma trace chercher. Seule celle des vigognes tu trouveras, mais moi, jamais. Atahualpa Yupanqui/Pablo del Cerro

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Piedra y camino Del cerro vengo bajando camino y piedra. Traigo enredada en el alma, viday una tristeza. Me acusas de no quererte no digas eso. Tal vez no comprendas nunca, viday por qué me alejo. Es mi destino piedra y camino de un sueño lejano y bello, viday soy peregrino. Por más que la dicha busco, vivo penando. Y cuando debo quedarme, viday me voy andando.

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A veces soy como el río llego cantando y sin que nadie lo sepa, viday me voy llorando. Es mi destino, piedra y camino de un sueño lejano y bello, viday soy peregrino. Atahualpa Yupanqui


Pierre et chemin De la colline je descends chemin et pierre. J’apporte enroulée dans l’âme, mon amour, une tristesse. Tu m’accuses de ne pas t’aimer ne dis pas cela. Peut-être ne comprendras-tu jamais, mon amour, pourquoi je m’éloigne. Tel est mon destin pierre et chemin d’un rêve beau et lointain, mon amour, je suis le pèlerin. J’ai beau chercher le bonheur, je vis dans le chagrin. Et quand je dois rester, mon amour, je reprends le chemin. Je suis parfois comme la rivière j’arrive en chantant et sans que personne ne le sache, mon amour, je pars en pleurant. Tel est mon destin pierre et chemin d’un rêve beau et lointain, mon amour, je suis le pèlerin. Atahualpa Yupanqui

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Piedra y cielo El valle tiene una pena que no la conoce el viento. La pena de mirar siempre mitad piedra, mitad cielo. Algunos valles se alargan como un anhelo. Yo nunca fui como el valle. Eso lo saben los vientos. Mi vida es domar caminos; El valle siempre está quieto. Mi vida: piegras afuera, cielos adentro. Atahualpa Yupanqui

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Pierre et ciel La vallée a une peine que le vent ne connaît pas. La peine de toujours regarder moitié pierre, moitié ciel. Quelques vallées s’étendent, comme une aspiration. Je n’ai jamais été comme la vallée. Les vents le savent bien. Ma vie est de dompter les chemins. La vallée est toujours paisible. Ma vie : pierres dehors, cieux dedans. Atahualpa Yupanqui


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Preguntitas sobre dios Un día yo pregunté: ¿Abuelo, dónde está Dios? Mi abuelo se puso triste, y nada me respondió. Mi abuelo murió en los campos, sin rezo ni protección. Y lo enterraron los indios flauta de caña y tambor. Al tiempo yo pregunté: ¿Padre, qué sabes de Dios? Mi padre se puso serio y nada me respondió. Mi padre murió en la mina sin doctor ni confesión. ¡Color de sangre minera tiene el oro del patrón!

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Mi hermano vive en los montes y no conoce una flor. Sudor, malaria y serpiente, la vida del leñador. Y que naides le pregunte si sabe donde esta Dios: Por su casa no ha pasado tan importante señor. Yo canto por los caminos, y cuando estoy en prisión, oigo las voces del pueblo que canta mejor que yo. Hay un asunto en la tierra más importante que Dios Y es que naide escupa sangre pa’ que otro viva mejor. ¿Qué Dios vela por los pobres? Tal vez sí y tal vez no. Pero es seguro que almuerza en la mesa del patrón. Atahualpa Yupanqui


Petites questions au sujet de Dieu Un jour j’ai demandé : Grand-père, où est Dieu ? Mon grand-père s’est attristé, et ne m’a rien répondu. Mon grand-père est mort dans les champs, sans prière ni confession. Et l’ont enterré indiens, flûte de roseau et tambour. Un peu plus tard j’ai demandé : Père, que sais-tu de Dieu ? Mon père a pris un air sérieux et ne m’a rien répondu. Mon père est mort dans la mine sans docteur ni protection. Couleur du sang des mineurs que celle de l’or du patron ! Mon frère vit dans la forêt et ne connaît la moindre fleur. Serpent, malaria et sueur, telle est la vie du bûcheron. Et que personne ne lui demande s’il sait où est Dieu : Chez lui jamais n’est passé aussi important monsieur. Je chante sur les chemins, et lorsque je suis en prison, j’entends les voix du peuple qui chante mieux que moi. Il est un sujet sur terre plus important que Dieu Que personne ne crache le sang pour que d’autres vivent mieux. Si Dieu veille sur les pauvres ? Peut-être, peut-être pas. Mais il est sûr qu’il déjeune à la table du patron. Atahualpa Yupanqui

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Recuerdos del Portezuelo En esas mañanitas de la quebrada yo bajaba las cuestas como si nada y en un marcha’o parejo de no cansarse me iba pidiendo rienda mi mula parda. Al pasar por el rancho del Portezuelo salían a mirarme sus ojos negros. Nunca le dije nada, pero qué lindo, y de feliz le daba mi copla al viento. ”Parezco mucho y soy poco, esperemos y esperemos pa’ cuando salga de pobre, vidita y conversaremos”. Los vientos y los años me arrearon lejos, lo que ayer fue esperanza hoy es recuerdo. Me gusta arrinconarme de vez en cuando a pensar en la moza del Portezuelo.

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¿Qué mirarán sus ojos en estos tiempos? Mi corazón, paisano, quedó con ellos. Nunca le dije nada, pero qué lindo, sólo tengo la copla pa’mi consuelo. ”Parezco mucho y soy poco, esperemos y esperemos pa’ cuando salga de pobre, vidita y conversaremos”. ¿Dónde estará la moza del Portezuelo? ¿Están tristes o alegres sus ojos negros? Nunca le dije nada, pero qué lindo, siento un dulzor amargo cuando me acuerdo. ”Parezco mucho y soy poco, esperemos y esperemos pa’ cuando salga de pobre, vidita y conversaremos”. Atahualpa Yupanqui


Souvenirs de Portezuelo Aux petits matins de la Quebrada je descendais les pentes, sans souci, et d’un pas régulier, sans fatigue, ma mule brune tirait la bride. En passant devant le rancho de Portezuelo ses yeux noirs sortaient me regarder. Je ne lui ai jamais rien dit, mais que c’était beau, et de bonheur je lançais ma chanson au vent. « J’ai grand air mais suis peu de chose, attendons et attendons encore quand je ne serai plus pauvre, mon amour, nous parlerons. » Les vents et les années m’ont poussé au loin, ce qui hier fut espoir est aujourd’hui souvenir. J’aime me mettre dans un coin de temps à autre pour penser à la belle de Portezuelo. Que regardent ses yeux maintenant ? Mon cœur d’homme du pays est resté près d’eux. Je ne lui ai jamais rien dit, mais que c’était beau, il ne reste que la chanson pour me consoler. « J’ai grand air mais suis peu de chose, attendons et attendons encore quand je ne serai plus pauvre, mon amour, nous parlerons. » Où se trouve la belle de Portezuelo ? Ses yeux noirs sont-ils tristes ou gais ? Je ne lui ai jamais rien dit, mais que c’était beau, je ressens une douceur amère à son souvenir. « J’ai grand air mais suis peu de chose, attendons et attendons encore quand je ne serai plus pauvre, mon amour, nous parlerons. » Atahualpa Yupanqui

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Sin caballo y en Montiel

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Pasé de largo por Tala, detenerme para qué, de poco vale un paisano sin caballo y en Montiel.

Con mirada de otros años y otros tiempos contemplé, sobre un mangrullo de talas, el palmeral de Montiel.

Crucé por Altamirano, por Sauce Norte crucé, barro negro y huellas hondas como endenantes hallé.

La sombra de mi caballo, como en sueños divisé, se me arrollaban en l’alma las leguas que anduve en él.

De recuerdos y caminos un horizonte abarqué, lejos se fueron mis ojos como rastreando el ayer.

Por eso pasé de largo, detenerme para qué, de poco vale un paisano sin caballo y en Montiel.

Climaco Acosta ya ha muerto, Cipriano Vila también, dos horcones entrerrianos de una amistad sin revés.

En la orilla montielera tuve un rancho alguna vez, ¿lo habrá volteado el olvido? ¿será tapera? no sé.

Por eso pasé de largo, detenerme para qué, de poco vale un paisano sin caballo y en Montiel.

Por eso pasé de largo, detenerme para qué, de poco vale un paisano sin caballo y en Montiel.

Sin canto pasaba el río, –para qué lo iba a tener– ancho camino de fuga callado tiene que ser.

Atahualpa Yupanqui/Pablo del Cerro


Sans cheval et à Montiel Je suis passé par Tala sans m’arrêter, m’arrêter, pourquoi, peu de chose vaut un paysan sans cheval et à Montiel.

D’un regard d’un autre âge et d’un autre temps j’ai contemplé, du haut d’un mirador en tala, la palmeraie de Montiel.

J’ai traversé par Altamirano, par Sauce Norte j’ai traversé, boue noire et empreintes profondes comme celles d’autrefois j’ai trouvé.

Comme en rêve, j’ai entrevu l’ombre de mon cheval, et se sont enroulées dans mon âme les lieues parcourues sur son dos.

De souvenirs et de chemins un horizon j’ai embrassé, au loin mes yeux s’en sont allés semblant suivre la trace du passé.

C’est pour cela que j’ai continué, m’arrêter, pourquoi, peu de chose vaut un paysan sans cheval et à Montiel.

Climaco Acosta est mort, Cipriano Vila aussi, deux piliers d’Entre Ríos d’une amitié toujours intègre.

Au bord de l’eau à Montiel, j’ai eu un jour un rancho. L’oubli l’a-t-il démoli ? Est-il en ruine ? Je ne sais.

Pour cela, j’ai continué, m’arrêter, pourquoi, peu de chose vaut un paysan sans cheval et à Montiel.

C’est pour cela que j’ai continué, m’arrêter, pourquoi, peu de chose vaut un paysan sans cheval et à Montiel.

La rivière passait sans chanter, – pourquoi l’aurait-elle fait – long chemin de fuite doit être silencieux.

Atahualpa Yupanqui/Pablo del Cerro

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Tierra querida Una voz bella, ¡quién la tuviera!, para cantarte toda la vida, pero mi estrella me dio este acento, y así te siento, tierra querida. Pero mi estrella me dio este acento, y así te siento, tierra querida. Como un guijarro que se despeña, vaga mi sombra, sueño y herida. Yo soy arisco, como tus breñas, y así te canto, tierra querida. Yo soy arisco, como tus breñas, y así te canto, tierra querida. Andaré por los cerros, selvas y llanos, toda la vida, arrimándole coplas a tu esperanza, tierra querida. Arrimándole coplas a tu esperanza, tierra querida. 118

Me dan sus fuegos, cálidos zondas, me dan sus fuerzas, bravos pamperos, y en el silencio de las quebradas, vaga la sombra, de mis abuelos. Y en el silencio de las quebradas, vaga la sombra, de mis abuelos. Lunas me vieron por esos cerros, y en las llanuras anochecidas, buscando el alma de tu paisaje, para cantarte, tierra querida. Buscando el alma de tu paisaje, para cantarte, tierra querida. Andaré por los cerros, selvas y llanos, toda la vida, arrimándole coplas a tu esperanza, tierra querida. Arrimándole coplas a tu esperanza, tierra querida. Atahualpa Yupanqui


Terre aimée Une belle voix, si seulement j’en avais une, pour te chanter toute ma vie durant, mais mon étoile m’a donné cet accent, et ainsi je te porte, terre aimée. Mais mon étoile m’a donné cet accent, et ainsi je te porte, terre aimée. Comme un caillou qui se détache, vague mon ombre, rêve et blessure. Je suis farouche, comme tes failles, et ainsi je te chante, terre aimée. Je suis farouche, comme tes failles, et ainsi je te chante, terre aimée. J’irai par les collines, les forêts et les plaines, toute ma vie durant, approchant des chansons à ton espérance, terre aimée. Approchant des chansons à ton espérance, terre aimée. Me donnent leurs feux, les zondas chauds, me donnent leurs forces, les pamperos courageux, et dans le silence des ravins, vague l’ombre de mes ancêtres. Et dans le silence des ravins, vague l’ombre de mes ancêtres. Des lunes m’ont vu sur ces collines, et dans les plaines au crépuscule, cherchant l’âme de ton paysage, pour te chanter, terre aimée. Cherchant l’âme de ton paysage, pour te chanter, terre aimée. J’irai par les collines, les forêts et les plaines, toute ma vie durant, approchant des chansons à ton espérance, terre aimée. Approchant des chansons à ton espérance, terre aimée. Atahualpa Yupanqui

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Tú que puedes, vuélvete Soñé que el río me hablaba con voz de nieve cumbreña y, dulce, me recordaba las cosas de mi querencia. Tú que puedes, vuélvete me dijo el río llorando. Los cerros que tanto quieres –me dijo– allá te están esperando. Es cosa triste ser río quién pudiera ser laguna oír el silbo del junco cuando lo besa la luna. Tú que puedes, vuélvete me dijo el río llorando. Los cerros que tanto quieres –me dijo– allá te están esperando. 120

Qué cosa más parecida son tu destino y el mío vivir cantando y penando por esos largos caminos. Tú que puedes, vuélvete me dijo el río llorando. Los cerros que tanto quieres –me dijo– allá te están esperando. Atahualpa Yupanqui


Toi qui le peux, rentre J’ai rêvé que la rivière me parlait d’une voix de neige des sommets et, douce, me rappelait les choses du lieu que j’aime. Toi qui le peux, rentre, m’a dit la rivière en pleurant. Les collines que tu aimes tant, m’a-t-elle dit, là-bas t’attendent. Il est triste d’être rivière si je pouvais être lagune pour entendre le sifflement des joncs lorsque les embrasse la lune. Toi qui le peux, rentre, m’a dit la rivière en pleurant. Les collines que tu aimes tant, m’a-t-elle dit, là-bas t’attendent. Quoi de plus ressemblant que ton destin et le mien à vivre chantant et peinant sur ces longs chemins. Toi qui le peux, rentre, m’a dit la rivière en pleurant. Les collines que tu aimes tant, m’a-t-elle dit, là-bas t’attendent. Atahualpa Yupanqui

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Viene clareando Viditay, ya me voy de los pagos del Tucumán en el Aconquija viene clareando, vidita, nunca t’hei de olvidar. Viditay, triste está suspirando mi corazón y con el pañuelo te voy diciendo, vidita, paloma, adiós, adiós. Viditay, ya me voy y se me hace que no he’i volver. Malhaya mi suerte, tanto quererte, vidita, y tenerte que perder. Malhaya mi suerte, tanto quererte, viene clareando mi padecer. Al clarear yo me iré a los pagos de Chasquivil y hasta las espuelas te irán diciendo, vidita, “no te olvides de mí”. 122

Zambas sí, penas no: eso quiere mi corazón, pero hasta la zamba se vuelve triste, vidita, cuando se dice adiós. Atahualpa Yupanqui/Segundo Aredes


Le jour commence à poindre Mon amour, je m’en vais du pays de Tucumán le jour commence à poindre sur l’Aconquija, mon amour, jamais je ne t’oublierai. Mon amour, triste, mon cœur soupire et avec mon foulard je te dis, mon amour, ma colombe, adieu, adieu. Mon amour, je m’en vais peut-être pour ne plus revenir. Maudit soit mon sort, de t’aimer tant, mon amour, et de devoir te perdre. Maudit soit mon sort, de t’aimer tant, ma souffrance commence à poindre. À l’aube je partirai pour les terres de Chasquivil et même mes éperons te diront, mon amour, « ne m’oublie pas ». Des zambas oui, des peines non : c’est ce que veut mon cœur, mais même la zamba devient triste, mon amour, lorsqu’on se dit adieu. Atahualpa Yupanqui/Segundo Aredes

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Zamba del grillo A los cerros tucumanos me llevaron los caminos y me trajeron de vuelta sentires que nunca se harán olvido. Un grillo feliz me daba su canto de azul y enero y al regresar a los llanos yo le iba diciendo mi adiós al cerro. Como ese grillo del campo que solitario cantaba... así perdida en la noche también era un grillo, viday mi zamba... A los cerros tucumanos he vuelto en un triste invierno tan sólo el monte y el río, envuelto en mis penas, pasar me vieron. La luna alumbraba el canto del grillo junto al camino y yo con sombra en el alma pensaba en la ausencia del bien perdido. Como ese grillo del campo que solitario cantaba... así perdida en la noche también era un grillo, viday mi zamba... así perdida en la noche se va mi zamba, palomitay. Atahualpa Yupanqui

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Zamba du grillon Les chemins m’ont conduit aux collines de Tucumán et m’ont rapporté des sensations que je n’oublierai jamais. Un grillon heureux me donnait son chant du bleu de janvier et retournant aux plaines je faisais mes adieux à la colline. Comme ce grillon des champs qui chantait, solitaire... ainsi perdue dans la nuit, ma belle, ma zamba était aussi un grillon... Un triste hiver, je suis revenu aux collines de Tucumán seules la montagne et la rivière me virent passer, enveloppé dans mes peines. La lune éclairait le chant du grillon au bord du chemin et moi, de l’ombre dans l’âme, je pensais à l’absence de l’amour perdu. Comme ce grillon des champs qui chantait, solitaire... ainsi perdue dans la nuit, ma belle, ma zamba était aussi un grillon... ainsi perdue dans la nuit, ma belle, ma zamba s’en va, petite colombe. Atahualpa Yupanqui


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Zambita de los pobres Cuando llega el domingo, hasta la villa bajando voy y se queda mi rancho, como diciendo “qué sólo estoy”. Bajo de un algarrobo una zambita siento cantar y el rasguido parece que me dijera “vení, bailá”. Zambita de los pobres, flor de los valles, luz de amistad, alhajita es tu canto, y en los domingos del Tucumán. Cariñito del cerro, mi criolla buena, ¿dónde andará? Hoy te canto la zamba de tus domingos, palomitay.

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Emponchada de niebla, fuiste camino de la ciudad. Mi zambita te espera, criollita linda, “vení, bailá”. Atahualpa Yupanqui


Petite zamba des pauvres Lorsque dimanche arrive, je descends à la ville et mon rancho reste là, l’air de dire : « Ce que je suis seul. » Sous un caroubier j’entends chanter une petite zamba et le grattement de la guitare semble me dire : « Viens, danse. » Petite zamba des pauvres, fleur des vallées, lumière d’amitié, ton chant est un petit joyau, en ces dimanches de Tucumán. Douceur de la montagne, ma bonne, ma belle, où est-elle ? Aujourd’hui, pour toi je chante la zamba de tes dimanches, ma colombe. Vêtue d’un poncho de brume, tu es partie vers la ville. Ma petite zamba t’attend, jolie fille, « Viens, danse. » Atahualpa Yupanqui

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Imágenes cedidas por la Fundación Atahualpa Yupanqui Autor de todas las letras: Atahualpa Yupanqui (excepto donde se indica) ¿A qué le llaman distancia? (Qu’appellent-ils distance ?) © Editorial Tierra Linda 1956 Adiós Tucumán (Adieu Tucumán) © Editorial Tierra Linda 1947 Basta ya (Assez) © Warner/Chappell Music 2002 Baguala De Amaicha (Baguala d’Amaicha) © SM Publishing Argentina 2004 Cachilo dormido (Cachilo endormi) © Editorial Korn 1971 Camino del indio (Chemin de l’Indien) © Editorial Tierra Linda 1943 Canción de los horneros (Chanson des passereaux) Letra: Romildo Risso - © Editorial Tierra Linda 1958 Chacarera de las piedras (Chacarera des pierres) © Editorial Crismar 1953 Chacarera del pantano (Chacarera du pantano) © SM Publishing Argentina 2004 Criollita santiagueña (Jeune fille de Santiago) © Universal Music Publishing 1955 De Tanto Ir Y Venir (À force d’aller et venir) © Peermusic Argentina 1980 El alazán (L’alezan) –con Pablo del Cerro– © Editorial Tierra Linda 1957 El arriero va (Le conducteur de troupeau va) © Editorial Tierra Linda 1943 El Cielo Esta Dentro De Mi (Le ciel est en moi) © Peermusic Argentina 1981 El Pintor (Le peintre) © SADAIC 1968 El promesante (Celui qui a promis) © Editorial Tierra Linda 1941 Guitarra dímelo tú (Guitare, dis-le-moi) © Editorial Lagos 1970 Indiecito dormido (Petit indien endormi) © Editorial Korn 1968 La andariega (La voyageuse) © Editorial Tierra Linda 1941 La añera (L’ancienne) –Mario Cordoba– © Editorial Tierra Linda 1948 La alabanza (La alabanza) © SADAIC 2002 La colorada (La colorada – chacarera de Cerro Colorado) © Editorial Tierra Linda 1957 La flecha (La flèche) © Editorial Korn 1973 La Milonga Perdida (La milonga perdue) © Peermusic Argentina 1981 La olvidada (La chacarera oubliée) © Editorial Lagos 1970 La Zamba Perdida (La zamba perdue) © Editorial Crismar 1953 Le tengo rabia al silencio (J’enrage contre le silence) © Editorial Korn 1967 Los hermanos (Les frères) © Universal Music Publishing Luna tucumana (Lune tucumane) © Editorial Tierra Linda 1948 ¡Me voy! (Je m’en vais !) © Editorial Tierra Linda 1959 Merci, France ! (¡Gracias, Francia!) © SM Publishing Argentina 2004 Milonga del peón de campo (Milonga du péon) © Editorial Tierra Linda 1949 Milonga del solitario (Milonga du solitaire) © Editorial Tierra Linda 1959 Nostalgias tucumanas (Nostalgies tucumanes) © Editorial Tierra Linda 1940 Pero A Mi Nunca Jamás (Mais moi, jamais) © Peermusic Argentina 1980 Piedra y camino (Pierre et chemin) © Editorial Tierra Linda 1943 Piedra y cielo (Pierre et ciel) © Editorial Tierra Linda 1943 Preguntitas sobre Dios (Petites questions au sujet de Dieu) © SADAIC 1961 Recuerdos del Portezuelo (Souvenirs de Portezuelo) © Editorial Tierra Linda 1950 Sin caballo y en Montiel (Sans cheval et à Montiel) © Editorial Tierra Linda 1964 Tierra Querida (Terre aimée) © Editorial Tierra Linda 1951 Tú que puedes, vuélvete (Toi qui le peux, rentre) © Editorial Tierra Linda 1950 Viene clareando (Le jour commence à poindre) © Editorial Tierra Linda 1943 Zamba del grillo (Zamba du grillon) © Editorial Tierra Linda 1945 Zambita de los pobres (Petite zamba des pauvres) © Editorial Tierra Linda 1945 Yupanqui, Atahualpa Canciones = Chansons / Atahualpa Yupanqui ; con prólogo de Norberto Galasso y Rodolfo Hamawi. - 1a ed. - Buenos Aires : Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación, 2014. 128 p. ; 22x16 cm. ISBN 978-987-1968-06-0 1. Poesía Argentina. I. Galasso, Norberto, prolog. II. Hamawi, Rodolfo, prolog. III. Título CDD A861 Fecha de catalogación: 07/02/2014 este libro se terminó de imprimir en el mes de febrero de 2014, en los talleres gráficos de latingráfica, Rocamora 4161, ciudad de Buenos aires, Argentina. con una tirada de 1500 ejemplares.


Con este libro, el arte esencial de Atahualpa regresa invicto como siempre. Valga como reencuentro para quienes lo disfrutan desde hace muchos años y, al mismo tiempo, como un feliz descubrimiento para quienes se encuentren por primera vez con una de las expresiones más bellas y auténticas de la cultura argentina.

Avec ce livre, l’art essentiel d’Atahualpa revient invaincu, comme toujours. Retrouvailles pour ceux qui s’en délectent depuis de nombreuses années, et en même temps, heureuse découverte pour ceux qui croiseront pour la première fois une des expressions les plus belles et authentiques de la culture argentine.

ISBN 978-987-1968-06-0

Canciones Chansons

En tant qu’invitée d’honneur au Salon du Livre de Paris 2014, l’Argentine a la chance de présenter une partie de son histoire et de sa riche production culturelle. Dans le cadre de cet événement, l’édition bilingue de quelques-unes des chansons d’Atahualpa Yupanqui, un des plus grands artistes argentins de tous les temps, représente non seulement un juste hommage à cet artiste singulier mais aussi une preuve de la fraternité entre deux nations et deux cultures : la France et l’Argentine.

Atahualpa Yupanqui

Como invitada de honor en el Salón del Libro de París 2014, la Argentina tiene la oportunidad de presentar parte de su historia y de su rica producción cultural. En el marco de este acontecimiento, la edición bilingüe de algunas de las canciones de Atahualpa Yupanqui, uno de los más grandes artistas argentinos de todas las épocas, representa no sólo un cabal homenaje a este artista singular sino una muestra del hermanamiento de dos naciones y dos culturas: Francia y Argentina.

Atahualpa Yupanqui

Canciones Chansons


Con este libro, el arte esencial de Atahualpa regresa invicto como siempre. Valga como reencuentro para quienes lo disfrutan desde hace muchos años y, al mismo tiempo, como un feliz descubrimiento para quienes se encuentren por primera vez con una de las expresiones más bellas y auténticas de la cultura argentina.

Avec ce livre, l’art essentiel d’Atahualpa revient invaincu, comme toujours. Retrouvailles pour ceux qui s’en délectent depuis de nombreuses années, et en même temps, heureuse découverte pour ceux qui croiseront pour la première fois une des expressions les plus belles et authentiques de la culture argentine.

ISBN 978-987-1968-06-0

Canciones Chansons

En tant qu’invitée d’honneur au Salon du Livre de Paris 2014, l’Argentine a la chance de présenter une partie de son histoire et de sa riche production culturelle. Dans le cadre de cet événement, l’édition bilingue de quelques-unes des chansons d’Atahualpa Yupanqui, un des plus grands artistes argentins de tous les temps, représente non seulement un juste hommage à cet artiste singulier mais aussi une preuve de la fraternité entre deux nations et deux cultures : la France et l’Argentine.

Atahualpa Yupanqui

Como invitada de honor en el Salón del Libro de París 2014, la Argentina tiene la oportunidad de presentar parte de su historia y de su rica producción cultural. En el marco de este acontecimiento, la edición bilingüe de algunas de las canciones de Atahualpa Yupanqui, uno de los más grandes artistas argentinos de todas las épocas, representa no sólo un cabal homenaje a este artista singular sino una muestra del hermanamiento de dos naciones y dos culturas: Francia y Argentina.

Atahualpa Yupanqui

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