Don Juan Tenorio (José Zorrilla)

Drama inspirado en 'El burlador de Sevilla' de Tirso de Molina.

Don Juan Tenorio es un drama fantástico-religioso en dos partes y siete actos escrito por José Zorrilla. Estrenado en el madrileño Teatro de la Cruz el 28 de marzo de 1844, la obra se escribió en tan sólo tres semanas a petición del actor Carlos Latorre[R1].

Aunque al escuchar «Don Juan Tenorio» a la mayoría nos viene a la cabeza José Zorrilla, lo cierto es que el personaje no fue creado por este autor. Don José (como otros grandes escritores entre los que se encuentran Alexander Pushkin, Alejandro Dumas padre o Lord Byron) lo tomó prestado de El burlador de Sevilla y el convidado de piedra, obra atribuida al dramaturgo madrileño Tirso de Molina[R2] que dio inicio al conocido como mito de don Juan.

Las críticas al estreno de Don Juan Tenorio no fueron favorables y se retiró de la cartelera al poco tiempo. El mismo Zorrilla no confiaba demasiado en su obra y vendió todos los derechos por 4200 reales de vellón. Sin embargo, el devenir del Tenorio de Zorrilla dio un vuelco meses después, el 1 de noviembre de 1844, cuando se volvió a estrenar en el Teatro del Príncipe (actual Teatro Español), esta vez con gran éxito.

Hay quien se pregunta por qué Don Juan Tenorio se representa el día de Todos los Santos si ninguna parte de la obra transcurre en tal fecha. Anteriormente, lo que se representaba ese día era El burlador de Sevilla de Tirso de Molina. Pero en la segunda mitad del siglo XIX el público quería algo más amable, y un don Juan salvado por el amor vendía más que el don Juan condenado al infierno. Un poco de optimismo, vaya, que para desgracias ya está la prensa.

En 1860 el Teatro del Príncipe ya era el Teatro Español y sacó la temporada a subasta. La licitación la ganó la compañía de Pedro Delgado, que había rescatado el Tenorio en la década de 1850 y daba vida a don Juan. Como el gobierno había prohibido las representaciones en Todos los Santos, Delgado programó Don Juan Tenorio para el día 2. Era una forma de recuperar la tradición. Y acertó. Don Juan Tenorio tomó el relevo al burlador de Sevilla, siendo la obra más esperada cuando se aproxima noviembre.

Don Juan Tenorio, resumen detallado por actos

Don Juan Tenorio es un drama escrito en verso dividido en dos partes. La primera parte consta de cuatro actos que suceden la noche del reencuentro entre don Juan Tenorio y don Luis Mejía, quienes un año antes habían apostado a ver cuál de los dos podía obrar peor con más éxito. La segunda parte está compuesta por tres actos y es la última noche de don Juan Tenorio, que ha vuelto a Sevilla tras pasar cinco años fuera.

Primera parte

La historia arranca en la Sevilla de 1545, una noche cualquiera de Carnaval. Justo esa noche a las ocho hará un año que a dos ilustres sevillanos –Juan Tenorio y Luis Mejía– se les ocurrió apostar. El desafío era, cuanto menos, curioso: Medirían cuál de los dos, en doce meses, era capaz de ser más ruin y causar más daño. Al cabo del año volverían a encontrarse en la Hostería del Laurel para rendir cuenta de sus hazañas.

Acto I – Libertinaje y escándalo

Buttarelli, Ciutti y don Juan
Buttarelli, Ciutti y don Juan – Fuente

En la Hostería del Laurel hay calma a pocas horas del fin de la apuesta. Buttarelli (el mesonero) charla con Ciutti, que aguarda a que su señor termine de escribir una carta. Su señor es don Juan Tenorio, que oculta su rostro con un antifaz. Manda a su paje entregar la carta a Brígida, la dueña[1] de doña Inés de Ulloa, ordenando que raudo le traiga la llave, hora y dirección que la dueña le dará. Apostilla al paje que doña Inés deberá leer la carta a la hora de rezar.

Mientras Ciutti cumple el encargo don Juan conversa con Buttarelli, que no sabe que es él. Indaga sobre don Luis Mejía, y el mesonero contesta que ni está en Sevilla, ni se le espera. De pronto recuerda la apuesta, pero está seguro de que ninguno de los contendientes aparecerá. Don Juan lo niega: Al menos uno irá, y le aconseja preparar una mesa con sus dos mejores botellas por si acaso van los dos. Cuando don Juan marcha, Buttarelli ordena a Miguel (su ayudante) preparar una mesa con dos botellas de Lacryma[2].

Al rato arriban a la hostería dos nobles caballeros, cada uno por su cuenta. Quieren ver el encuentro entre Tenorio y Mejía, pero sin ser reconocidos, por lo que usan antifaces. Ocupan dos mesas próximas a la preparada para los apostantes y esperan. Uno es el Comendador don Gonzalo de Ulloa, padre de doña Inés, y el otro es don Diego Tenorio, padre de don Juan.

Poco antes de las ocho empieza a llegar gente atraída por la apuesta. Entre ellos, el Capitán Centellas y su inseparable Avellaneda, que debaten cuál habrá sido mejor contrincante y peor persona. Avellaneda apuesta por Mejía, pero Centellas tiene confianza plena en don Juan. A las ocho en punto entran dos enmascarados que resultan ser los apostantes. Descubren sus rostros, toman asiento y dan cuenta de sus peripecias.

Reencuentro entre Tenorio y Mejía
Don Juan Tenorio y Don Luis Mejía – Fuente

Cada uno entrega a su oponente un papel donde además de las gestas hay fechas, lugares y testigos. Y llega el momento de comprobar quién ha sido más villano. Aporta don Juan 32 finados por 23 de don Luis. Y Mejía burló a 56 doncellas por 72 de Tenorio, que resulta claro ganador del embate. A Mejía la derrota le ha escocido y quiere picar a Tenorio. En la lista de conquistas falta una novicia a punto de profesar. Don Juan responde que está trabajando en eso, mas le parece poca apuesta y sube el listón: sumará también una muchacha próxima a casarse.

Don Luis, sorprendido por la osadía de Tenorio y sin preguntar más, acepta. Ofrece a don Juan un plazo de veinte días, pero al otro le bastará con seis. En realidad sólo necesita uno, ya que la novia elegida se casa al día siguiente. Se trata de doña Ana de Pantoja, la prometida de Mejía. A don Luis esto no le hace ninguna gracia, pero ya ha apostado en firme y no se puede echar atrás. Ambos dan instrucciones a sus pajes, que corren a cumplirlas.

Cuando se disponen a salir, don Gonzalo se levanta de la mesa y se dirige a don Juan. Don Diego y él habían acordado la boda de don Juan con doña Inés, pero tras oír las bravuconadas de don Juan da por roto el compromiso. Antes la prefiere muerta que casada con él. Don Juan se rebela: doña Inés será suya por las buenas, o por las malas. El siguiente en descubrirse es don Diego, que allí mismo reniega de su hijo y acepta la ruptura del compromiso.

Finalizadas las cuitas marchan don Juan y don Luis. Y se da la paradoja de que los dos tuvieron la misma idea: mandar al paje a delatar al otro, por lo que los dos resultan presos. Los alguaciles los llevan mientras Centellas y Avellaneda observan divertidos la escena. Y vuelven a apostar. Avellaneda por don Luis y Centellas por don Juan.

Acto II – Destreza

Mejía y Tenorio han salido del calabozo y partido cada cual a sus menesteres. Mejía está preocupado. Sabe que será difícil evitar que don Juan burle a doña Ana. Se dirige a casa de su prometida, decidido a velarla durante la noche. Es la única forma de pararle los pies a Tenorio.

Don Luis en la ventana de doña Ana
Don Luis en la ventana de doña Ana – Fuente

Don Luis habla con Pascual (uno de los criados de don Gil de Pantoja, padre de doña Ana) para que le ayude a entrar en la casa. El criado accede, pero le abrirá más tarde, sobre las diez, que es cuando don Gil se acuesta. Mejía se dirige entonces a una de las ventanas de la casa, que da a un callejón, y llama. A través de la reja habla con doña Ana. Le cuenta el problema y ruega que le deje entrar. Ella consiente. Su prometido volverá a las diez en punto a la ventana y ella le dará la llave.

Mejía no sabe que Tenorio ha salido también del calabozo. En realidad, ambos piensan que el otro está preso. Junto a Ciutti, don Juan acecha la casa de doña Ana. Ve a don Luis en la ventana y traza un plan. Primero le provoca, y luego el paje y sus compinches le inmovilizan y encierran en la bodega de Tenorio, que se hará pasar por Mejía para seducir a doña Ana. Antes de ir a su casa habla con Brígida para atar el plan con doña Inés, su ya exprometida, que está encerrada en el convento a la espera de tomar los hábitos.

Don Juan se ha comprometido a pagar a Brígida si esta rema en su favor para hacer suya a doña Inés. Y la dueña se ha esmerado. Ha machacado tanto a la joven con las virtudes de don Juan, que la novicia tiene la cabeza hecha un lío y no sabe qué hacer.

Ciutti y sus compinches secuestran a don Luis
Ciutti, don Juan y don Luis – Fuente

Brígida y don Juan llegan a un acuerdo. Él llegará al convento después del toque de ánimas[3], cruzará el huerto y entrará con la llave que Brígida le ha dado. Cerrado el asunto de doña Inés se dispone a ultimar el de doña Ana. Para ello va a su casa y llama a la misma ventana donde vio a Mejía. Le atiende Lucía, una criada a la que convence de franquearle el paso a cambio de una buena suma de oro. Con todo listo, don Juan se retira a la espera del toque de ánimas de las 21h.

Acto III: Profanación

Doña Inés y la abadesa
Doña Inés y la abadesa – Fuente

Doña Inés tiene 17 años y ha pasado su vida encerrada en el convento. Nunca se enamoró ni conoció varón, y ahora, tras las arengas de Brígida, tiene los sentidos revolucionados. La joven conversa con la abadesa, pero su cabeza está en las nubes y no atiende mucho a la superiora, que piensa que lo que le sucede es que extraña a Brígida. Va a buscar a la dueña al tiempo que manda a doña Inés a dormir.

Y en esas llega Brígida. Resulta que doña Inés no ha leído la carta de don Juan, oculta en el libro que le entregó la dueña antes de irse. La obliga a leerla, pues se acerca la hora en que llegará Tenorio. Y la joven, obediente, lo hace. Doña Inés no comprende qué le sucede, que no es sino lo que le pasa a cualquiera cuando le atrae alguien. Pero claro, ella siempre fue novicia y esas cosas mundanas le son ajenas.

En ese momento suena el toque de ánimas, y puntual a la cita hace su aparición don Juan. Doña Inés, que no se lo esperaba, cae desmayada y él aprovecha para raptarla. Ya le dará explicaciones después. Como no han sido lo que se dice discretos, la abadesa vuelve a la estancia, pues le pareció oír algún ruido. En eso llega la tornera anunciando la intempestiva visita de don Gonzalo, padre de doña Inés.

Don Juan secuestra a doña Inés
Don Juan secuestra a doña Inés – Fuente

Don Gonzalo sabe que la dueña está en tratos con Tenorio y no se puede fiar de ella, así que pide que se la entreguen y abrevien la toma de hábitos de su hija. Mas se lleva la sorpresa de que doña Inés y Brígida no están en su aposento. Y, por si fuera poco, la tornera vuelve escandalizada, pues ha visto un hombre saltar las tapias del convento. Don Gonzalo no tiene dudas: Es don Juan Tenorio. Y corre presto tras él a intentar salvar su honor.

Acto IV: El diablo a las puertas del cielo

En la quinta[4] de don Juan Tenorio, a orillas del Guadalquivir, Brígida y Ciutti conversan. Velan a doña Inés, que sigue desmayada, mientras Tenorio ha ido a Sevilla a resolver el asunto de doña Ana de Pantoja. Cuando doña Inés vuelve en sí Ciutti se marcha, pues la orden de don Juan es que la novicia quede a solas con la dueña.

Doña Inés pregunta dónde está. Brígida le responde que en casa de Tenorio y la joven se alarma. Para tranquilizarla, la dueña le dice que el convento se incendió y don Juan entró a salvarla, pero que ella, de la impresión, se desmayó y por eso no recuerda nada. Como no sabían dónde ir, él prestó su casa. Y ahí están.

Doña Inés no está muy segura, pero acepta la explicación de la dueña y añade que ese no es su lugar, pues si el convento se incendió, su sitio es la casa del padre. Y allí quiere ir, pero la dueña la retiene. Para más inri, tienen de por medio el Guadalquivir, una barrera complicada de sortear para llegar a casa del Comendador. Y entonces doña Inés ata cabos.

La joven echa en cara a Brígida su constante martilleo con don Juan. Y admite sentir algo por él, pero también sabe que no es correcto estar ahí, pues ese no es su lugar y tampoco quiere contravenir los deseos de su padre. Así que insiste en marcharse. En ese momento se oye una barca y la joven determina cruzar el Guadalquivir remando. Mas en la barca viene Tenorio, y Brígida la convence para, al menos, despedirse de él.

Don Juan se declara a doña Inés
Don Juan se declara a doña Inés – Fuente

Cuando don Juan entra al aposento, doña Inés le pide que la deje salir. Le agradece sus desvelos en el incendio (cosa que Tenorio ignora, pero comprende a un gesto de la dueña) y argumenta que debe ir a su casa, pues don Gonzalo estará preocupado por ella. Don Juan miente. Asegura que hizo enviar una carta al Comendador informándole de que su hija estaba sana y salva en su casa. Sale Brígida y quedan solos, momento en que don Juan se declara doña Inés y ella, a su vez, declara su amor por él.

En ese momento se oye un ruido. Mejía ha logrado escapar de su encierro y, enterado de que Tenorio ha tomado a doña Ana, reta en duelo a don Juan. Este lo acepta, mas cuando se disponen a enfrentarse llega el Comendador acompañado de alguaciles. Tenorio se excusa con don Luis y habla a solas con don Gonzalo, que exige le entregue a su hija. Don Juan se niega, y, de rodillas, intenta convencerlo de que le permita casarse con doña Inés. Mas la treta es en balde, y, además, ha sido observada por Mejía, que se ríe burlonamente de su enemigo.

Don Juan mata a don Gonzalo
Don Juan mata a don Gonzalo – Fuente

Y comienza un duelo a tres. Don Gonzalo y don Luis desenvainan. Don Juan se ofusca. Con la pistola que lleva al cinto mata a don Gonzalo. Seguido desenvaina su espada y da una certera estocada a Mejía, que cae muerto. Pero al ruido del disparo los alguaciles del Comendador entran en la casa y descubren los cadáveres. Para evitar ser apresado, Tenorio salta al río por la ventana. Los alguaciles entran en el cuarto donde esperan Brígida y doña Inés, que lanza un grito al ver el cuerpo de su padre. Mientras, Tenorio escapa en una barca.

Segunda parte

Han pasado cinco años. Y don Juan Tenorio, que era tan cobarde para afrontar las consecuencias de sus actos como rápido para matar, vuelve a Sevilla una apacible noche de verano. Su casa ya no existe. En realidad no era suya, sino de don Diego. Éste, que renegó de su hijo, dejó escrito que a su muerte heredase su fortuna aquel que la empleara en convertir su hacienda en un panteón.

Y eso es lo que encuentra don Juan a su vuelta, un panteón lleno de estatuas de caras conocidas, pues el deseo de don Diego fue enterrarse allí rodeado de aquellos a quienes su hijo arrebató la vida.

Acto I: La sombra de doña Inés

Lo anterior se lo cuenta el escultor a don Juan cuando le ve aparecer, antes de saber quién es. Tenorio observa las decenas de nichos, entre los que sobresale la estatua de don Diego, flanqueado por don Gonzalo de Ulloa y don Luis Mejía. El último deseo de su padre incluía que don Juan no tuviera acceso al sitio. Pero la chulería de don Juan se impuso a los deseos paternos. Echó al escultor y se quedó con la llave del lugar.

Tenorio ante la tumba de doña Inés
Don Juan en la tumba de doña Inés – Fuente

De todas las tumbas, la que más le afectó fue la de doña Inés. La muchacha murió de pena cuando Tenorio la abandonó y tuvo que volver al convento. Ahora habla con la estatua mármol. Se lamenta y parece llorar reclinado en el sepulcro, sin darse cuenta de la nube de vapor que emerge de él.

Don Juan alza la cabeza y cree ver visiones. Juraría que poco antes una estatua coronaba la tumba de doña Inés. Mas ahora no la ve, y piensa que la estatua ha sido invención suya. De pronto, algo que identifica como la sombra de doña Inés dice hablarle desde el más allá. La sombra le ofrece la salvación si por una sola vez obra correctamente. Y ha de ser esa noche, pues no hay más plazo. La sombra desaparece dejando a don Juan anonadado.

Tenorio busca la estatua -ausente- mientras trata de explicarse lo sucedido. Intenta convencerse de que fue irreal, algo que él fabricó en su cabeza, aunque sin mucho éxito porque, cuando mira a las demás estatuas, le parece que cobran vida y se giran a mirarle. En ese instante llegan el Capitán Centellas y Avellaneda. Centellas va a saludarle, pero Tenorio le rechaza pensando que es otra sombra.

Los recién llegados se preocupan un poco. Don Juan está pálido y le tiemblan los brazos, aunque se recompone y les invita a cenar. Antes de irse se dirige a la estatua de don Gonzalo e invita al Comendador a compartir cena con ellos. Le promete copa y cubierto en la mesa y se marchan a la casa que ha comprado esa misma tarde.

Acto II: La estatua de don Gonzalo

Don Juan, Centellas y Avellaneda comparten mesa con un plato y copa sin usar que don Juan ha dispuesto por si al fantasma de don Gonzalo le diese por aparecer. Brindan en su memoria mientras conversan animadamente entre ellos y escuchan las batallas de Tenorio, que tras su huida pasó algunos años en el extranjero.

De repente alguien llama a la puerta. Ciutti se asoma para ver quién es, mas no ve a nadie. Sirve licores a don Juan y sus invitados cuando vuelven a llamar. De nuevo, nadie. Pensando que es un bromista, Tenorio ordena a Ciutti que si llaman otra vez, dispare.

Pero los golpes no cesan, escuchándose cada vez más cerca de la habitación donde cenan. Don Juan, pensando que es una broma pesada de sus invitados, cierra la puerta con llave y sirve vino. A Centellas, Cariñena, y a Avellaneda una copa de Jerez. Llaman a la puerta cerrada y Tenorio, mofándose, reta al visitante a entrar en la estancia sin tener que abrirle la puerta.

Aparición de la estatua de don Gonzalo
La estatua de don Gonzalo – Fuente

La estatua de don Gonzalo aparece en la habitación, causando el desmayo de Avellaneda y Centellas. La figura advierte a don Juan que sus correligionarios no volverán en sí hasta que se haya marchado. Dice ser enviado por Dios para avisar a don Juan de que su tiempo se acaba. Debe morir al día siguiente y, tal como le dijo la sombra de doña Inés, tiene esa noche para hacer examen de conciencia. Antes de marcharse, la estatua invita a Tenorio a devolverle la visita.

Tenorio cree delirar. Para asegurarse de que la visión dice ser quien es, desenfunda una pistola. Pero la estatua del Comendador desaparece a través del muro. Don Juan queda atónito, diciéndose a sí mismo que quizá el anterior dueño envenenó el vino antes de venderle la propiedad.

Al cabo de unos minutos, por la misma pared asoma la sombra de doña Inés. La doncella le insta a meditar con calma y tener valor para acudir a la cita con don Gonzalo. Antes de irse, le recuerda lo que ya le dijeron ella misma y el Comendador: «elígele con cordura,/porque mañana, don Juan,/nuestros cuerpos dormirán/en la misma sepultura». La cuenta atrás está en marcha.

Don Juan cada vez está más convencido de que se trata de una pesada broma de Centellas y Avellaneda. Como siguen dormidos, les despierta a gritos. Vuelven en sí aletargados y se inicia la discusión. Ellos piensan que se trata de una broma de Tenorio, que ha echado algún narcótico en el vino para dormirlos. La discusión sube de tono y se retan en duelo. Decidido el orden de enfrentamiento por si Tenorio no fuese abatido a la primera, salen a la calle.

Acto III y último

Tras el duelo, don Juan vuelve al panteón. Aún no entiende muy bien qué ha pasado. Sumido en sus pensamientos se acerca a la tumba de don Gonzalo, viendo con espanto que la estatua no está.

Reúne valor para llamar a la lápida, y entonces la tumba se transforma en una mesa similar a la que compartió Tenorio con Centellas y Avellaneda, aunque esta parece haber surgido del mismo infierno. Sobre la mesa hay un plato de ceniza, una copa de fuego y un reloj de arena. Al tiempo se han abierto los demás sepulcros, y los restos de aquellos a quienes mató don Juan entran en escena. También, cómo no, acude la estatua de don Gonzalo.

El Comendador quiere devolver a Tenorio la cena que éste le ha ofrecido. Le invita a acercarse a la mesa. En lugar de viandas le ofrece fuego y ceniza, pues eso ha de ser él. El reloj de arena marca el tiempo que aún le queda a don Juan para arrepentirse y hacer examen de conciencia. Don Gonzalo le anima a ello cuando tocan a muerto las campanas.

Tenorio, cercado por las sombras
Don Juan, cercado por las sombras – Fuente

Don Gonzalo insiste en que el tiempo se acaba. Ya están cavando la fosa que ocupará don Juan. Las campanas doblan por él, igual que por él son los cantos que se escuchan. Tenorio ve pasar un cortejo fúnebre. El Comendador le informa de que es el suyo. Centellas le mató en la puerta de su casa. No es él, sino su alma, quien ha vuelto al panteón.

Tenorio hace acto de constricción. Jamás creyó que existiese esa otra vida que ahora se le antoja cierta. De haberlo sabido, habría actuado de otro modo. Pero ya es tarde. Las sombras se abalanzan sobre él para llevarlo al infierno cuando de pronto aparece, salvadora, doña Inés, cuya estatua tiende la mano a don Juan. Ella ofreció su alma para salvar la de él, y Dios concedió la salvación de su amado en el último momento, a pie de tumba.

Se hace el silencio. Estatuas y muertos vuelven a su sitio y varios angelitos les rodean. La tumba de doña Inés desaparece, dando paso a un lecho de flores sobre el que cae muerta. Don Juan Tenorio, cuya alma se ha salvado, cae a sus pies y muere también. Se ve cómo sus almas salen de sus bocas en forma de llamas que desaparecen en el infinito.

Don Juan Tenorio, descripción de personajes

  • Personajes principales de Don Juan Tenorio: Don Juan, doña Inés.
  • Personajes secundarios de Don Juan Tenorio: Don Luis Mejía, Ciutti, Comendador don Gonzalo de Ulloa, don Diego, Brígida, Centellas, Avellaneda.
  • Otros personajes: Buttarelli, doña Ana de Pantoja, Lucía, Pascual, don Gil de Pantoja (ausente), Miguel, escultor, alguaciles, soldados y clientes de la hostería.

Don Juan Tenorio

Joven sevillano de moral laxa. Es apuesto, valiente y carismático, pero también arrogante, pendenciero, mujeriego y temerario. No se atiene a los usos y costumbres sociales, que desprecia. Aunque Zorrilla no dice su edad, se le supone en la veintena. Su historia gira en torno a sus numerosos duelos, desafíos y romances. Para él, las mujeres son de usar y tirar. Como responde a Mejía cuando este le pregunta cuántos días dedica a cada mujer:

Uno para enamorarlas, otro para conseguirlas, otro para abandonarlas, dos para sustituirlas, y una hora para olvidarlas.Don Juan Tenorio, 1ª parte, escena XII del 1er acto.

Tenorio es valiente en algunos escenarios pero cobarde para asumir los resultados de lo que hace, como muestra su huida tras dar muerte a don Gonzalo y a Mejía. Sin embargo, al final de la obra no le queda otra que enfrentar las consecuencias de sus actos, lo que le lleva a reflexionar sobre cómo malgastó buena parte de su vida. Su final lógico es el purgatorio, del que escapa gracias a doña Inés. Su amor por ella le lleva a arrepentirse y querer redimir sus pecados.

Doña Inés de Ulloa

Doña Inés es una novicia de 17 años que ha pasado toda su vida encerrada en un convento. Su padre, don Gonzalo, llega a un acuerdo con don Diego Tenorio para casarla con su hijo, don Juan, pero se arrepiente y rompe el compromiso. Sin embargo, don Juan no asume la ruptura y trata de hacerla suya a cualquier precio.

Ella no sabe qué es lo que realmente quiere en la vida. Como no ha salido del convento no ha tratado con varones ni se ha enamorado, por eso la irrupción en su vida de don Juan la tiene revolucionada. Siente por él algo extraño que no identifica con el amor, ya que nunca lo ha experimentado. Cree que su destino es tomar los hábitos, pero se deja engatusar por la verborrea de Brígida, que le habla sin parar de las virtudes de Tenorio.

Finalmente doña Inés sucumbe ante don Juan, pero la cosa queda en nada al huir su enamorado. Ella muere de pena, mas ofrece su alma a Dios para lavar los pecados de Tenorio.


Don Luis Mejía. Otro prenda. Alter ego de don Juan, a quien quiere superar, pero fracasa en su intento. Mejía está prometido con doña Ana de Pantoja, a quien sin querer echa en brazos de Tenorio aceptando una apuesta a ciegas. En tanto que don Juan -haciéndose pasar por él- consigue los favores de doña Ana, Mejía le reta a un duelo que también acaba perdiendo al ser muerto por Tenorio.

Comendador don Gonzalo de Ulloa. Padre de doña Inés. Su enemistad con don Juan alcanza su punto álgido al romper el compromiso matrimonial de Tenorio con su hija. Quiere proteger a doña Inés, pero muere en el intento a manos de don Juan.

Don Diego Tenorio. Padre de don Juan. Acude a la hostería del Laurel a presenciar el encuentro entre Mejía y su hijo porque no quiere creer todo lo que dicen de él. Mas escuchando hablar a don Juan cae en la cuenta de que lo que se dice es cierto. Apoya a don Gonzalo en la ruptura del compromiso de sus hijos y seguidamente repudia a don Juan, a quien deshereda. Lega su fortuna a un escultor que transforma su casa en un opulento panteón.

Ciutti. Criado de don Juan Tenorio.

Brígida. Dueña de doña Inés. Don Juan la soborna para que manipule la voluntad de la joven, a quien en principio quiere contar como una conquista más. Es Brígida quien facilita la entrada de don Juan en el convento y quien retiene a doña Inés en casa de los Tenorio. Recuerda levemente a la dueña de El celoso extremeño, que también vendió a su ama por propio beneficio.

Centellas y Avellaneda. El Capitán Centellas y Avellaneda siempre van juntos. Centellas es un viejo amigo de don Juan y Avellaneda parece tener más simpatía por don Luis. Cuando don Juan regresa a Sevilla cenan con él, siendo testigos de la aparición del espíritu de don Gonzalo. Son acusados falsamente por Tenorio de gastarle una broma, lo que les lleva a batirse en duelo. Como cuenta el Comendador al final, es Centellas quien da muerte a don Juan.

Buttarelli. Dueño de la Hostería del Laurel donde don Juan y don Luis Mejía se encuentran para finalizar su apuesta.

Doña Ana de Pantoja. Prometida de don Luis Mejía, con quien se casará al día siguiente de su vuelta a Sevilla. Sin saberlo sucumbe a Tenorio (ella cree que es don Luis), lo que será el detonante de la muerte de su prometido, que cae al batirse en duelo con don Juan.

Referencias

^ (R1) CDAEM. (s.f.). Carlos Latorre estrenó «Don Juan Tenorio». Recuperado el 17 de octubre de 2023, de Centro de Documentación de las Artes Escénicas y de la Música: https://www.teatro.es/efemerides/carlos-latorre-estreno-don-juan-tenorio

^ (R2) Pizarro, D. (2018, octubre 31). El incólume Don Juan. El faro de Ceuta. Obtenido de https://elfarodeceuta.es/el-incolume-don-juan-daniel-pizarro/

Notas de lectura

^ (1) Dama de compañía o asistenta personal.

^ (2) Lacryma Christi, vino napolitano.

^ (3) El Toque de Ánimas es una tradición casi desaparecida en España. Antaño era el último toque de campanas del día y se aprovechaba para rezar a los difuntos. El Toque de Ánimas era también la señal de que la gente debía retirarse a sus casas.

^ (4) Hacienda o casa de campo.

©© Zorrilla, J. (1844). Don Juan Tenorio: drama religioso-fantástico en dos partes. M.P.D., 1892 (Sucesores de Rivadeneyra). https://bibliotecadigital.jcyl.es/

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Javier

De pequeño escribía cuentos, ahora de mayor hago blogs. Me gusta contar historias. Releyendo te das cuenta de que el argumento de un libro es siempre el mismo, pero lo que te aporte dependerá del momento en que lo leas. La única condición es que realmente quieras leerlo.

De Madrid al cielo.

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