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¿Por qué los alemanes del Este arriesgaban su vida para cruzar el Muro de Berlín?

France 24

Uno de los capítulos de la Guerra Fría que trastornó la vida de los alemanes fue la construcción del Muro de Berlín. Una estructura que separó a los berlineses del Este, de los del Oeste. Durante más de 28 años, los alemanes del oriente, hastiados de la desigualdad y la represión, se aventuraban a saltar el Muro, corriendo el riesgo de morir en el intento.

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Llegamos a los 30 años de la caída del Muro de Berlín. El 9 de noviembre de 1989 se marcó un punto de inflexión en la Guerra Fría. Una época en la que existían dos Alemanias: la del Este, que parecía una especie de estado satélite de Moscú, por ende soviético y socialista; y la del Oeste, la Alemania donde prevalecía el capitalismo y la democracia.

Pero Berlín, aunque se circunscribía dentro del territorio de la Alemania Oriental, tuvo una mitad bajo el mando de franceses, ingleses y estadounidenses. Era la parte que les correspondió a los aliados por cuenta de la repartición hecha al final de la Segunda Guerra Mundial. Allí la vida era distinta, se gozaba del milagro económico alemán y de las libertades democráticas.

En contraste, en el lado este de Berlín, el socialismo cobijaba la política y la sociedad. De acuerdo con Markus Meier, historiador de la Universidad de Frankfurt, había que sentirse orgulloso de la impronta socialista para no irritar a las tropas soviéticas, al Ejército Rojo, o al Ministerio de Seguridad conocido como la Stasi.

El cúmulo de represión y recelo por aquello que les tocaba vivir abocaba a los alemanes del Este a saltarse el Muro y escapar a hurtadillas hacia el Occidente en la búsqueda de un mejor futuro. De los cerca de 100.000 ciudadanos que intentaron violar la seguridad fronteriza, cerca de 140 personas murieron, en su mayoría por disparos, otros por suicidarse luego de ser capturados.

El Otoño de las Naciones allanó el camino hacia la caída del Muro

En la década de 1980, el bloque comunista se fue debilitando por una crisis económica que surgió en parte por el proteccionismo soviético. Fue la época en que el reformista Mijaíl Gorbachov llegó a ser el secretario general del Partido Comunista de la URSS. En su mandato adelantó dos reformas cruciales para salvar la economía soviética en detrimento: la ‘perestroika’ o reestructuración y el ‘glásnost’ o transparencia. Ambas reformas abrieron el espectro soviético hacia un camino de liberalización política y económica. Pero tales medidas fueron debilitando la estructura soviética sobre todo en los núcleos periféricos como Polonia y Hungría, en donde el pueblo aprovechó para manifestarse y exigir independencia. A este período de revoluciones en 1989 se le llamó El Otoño de las Naciones.

A Berlín llegó esa ola de renovación. El 4 de noviembre de 1989 un millón de berlineses se concentraron en la tradicional plaza de ‘Alexanderplatz’ en la parte oriental de la ciudad para pedir igualdad y el cese de la represión. Cinco días después, de la noche del jueves 9 al viernes 10 de noviembre, la concentración forzó a las autoridades fronterizas a abrir los puestos de control. Por primera vez en 28 años los berlineses del Este se encontraron con los del Oeste sin temor a ser reprimidos. Acto seguido, alemanes eufóricos empuñaron martillos y cinceles para agrietar el Muro y sentenciar su caída.

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