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¿QUÉ ES LA PEDAGOGÍA

DEL AMOR?
enero 31, 2017DocumentosDocumentos, Reflexiones
31 de enero de 2017/Fuente y autor/el nuevo
dia/ Josefina Barceló Jiménez

El maestro debe ser imparcial,


no tener consentidos, ser
estricto, jovial y justo.
Con frecuencia, muchos docentes se preguntan
qué más pueden hacer para motivar a sus
alumnos a aprender.

“La formación educativa del siglo XXI debe


invitar al estudiante a alcanzar un mayor nivel
de descubrimiento de la identidad personal,
vinculada con la producción de formas
constructivas de vida, a través de las
relaciones sociales”, explica el doctor Gilvic
Carmona De Jesús, psicólogo en consejería,
consultor y diseñador de programas
académicos.

Para lograrlo, Carmona recomienda a los


maestros utilizar la “Pedagogía del amor” como
una herramienta poderosa para el
enriquecimiento del proceso de enseñanza-
aprendizaje.

“La Pedagogía del amor promete un efecto


motivador en los estudiantes como resultado
de la transformación en la coexistencia
maestro-pupilo”.

Dice el experto que, los docentes que se


ocupan de atender empáticamente las
necesidades de sus estudiantes, provocan que
estos tengan una mayor confianza en sí, una
autodeterminación y la formación de una
autoimagen sólida, que redundará en beneficio
individual y se verá reflejado en una meta
colectiva de aprendizaje.

Consejos a los maestros para implementar la


Psicología del amor: 

1. Tiene que reconocer que fue estudiante y


recordar cuál fue su experiencia en ese
entonces, para extrapolar esa experiencia a su
salón.

2. Tiene que conocer a sus estudiantes; sus


preocupaciones y qué es o no es, pertinente
para ellos.
3. Los lineamientos educativos tienen que
estar a la par con el desarrollo psicoafectivo de
los estudiantes.

4.  Mostrar genuino interés por el estudiante.


Demostrarle que nunca dejará de tener fe en
él.

5. Tiene que ser empático con ellos y,


enseñarles a ser empáticos con los demás.

6.  Debe ser desprendido con su conocimiento


y compartirlo con sus estudiantes. Debe ser
honesto.

La disciplina del salón

En cuanto al proceso disciplinario, señala el


psicólogo, que un maestro siempre tiene que
disciplinar con su ejemplo. “Las reglas tienen
que estar siempre claras y justas.

Para promover el empoderamiento de los


estudiantes esas reglas deben hacerse en
conjunto y democráticamente entre maestro y
estudiantes, desde el inicio de clases”.

Además, “el maestro tiene que mostrar respeto


a las opiniones de sus estudiantes y no
imponer las suyas”.
En cuanto a lo académico. “La tarea debe ser
proporcional al conocimiento que se pretende
medir. Debe ser una educación basada en el
constructivismo, en el cual los estudiantes
sean partícipes de la construcción del
conocimiento”, expresa Carmona.

Herramienta que funciona

La Pedagogía del amor es vista como una


herramienta de trabajo, propuesta por la
filosofía oriental y la teoría de la educación
psicoafectiva de Daniel Goleman. Se
ha probado en países como Finlandia y Suecia.
En Puerto Rico se está proponiendo para
aumentar la motivación, tanto en maestros
como en estudiantes, ya que trae
consigo cambios de actitud en ambos.

Según Carmona, en las escuelas donde se


utiliza, los estudiantes se sienten seguros y
amados en éstas, independientemente de la
situación que vivan en sus hogares, y logran un
mayor conocimiento de sus emociones, por lo
que la deserción escolar se ve reducida.

Plantea el consultor académico que los


estudiantes de maestros que utilizan esta
herramienta, al terminar la escuela, se van con
una visión de la vida sólida, con un
conocimiento propio extraordinario, siendo
mejores personas con ellos y con los demás, y
sirviendo a los que lo rodean.

Fuente:
www.elnuevodia.com/noticias/ende/nota/queesl
apedagogiadelamor-2284153/

El amor y el ejemplo en la pedagogía

escolar

Por: Erno Velasquez | Viernes, 17/02/2017 09:29


AM | Versión para imprimir
Un gesto vale más que un millón de palabras.
Anónimo
El amor, se dice tan rápido y sin embargo tiene unas
manifestaciones tan grandes e importantes en el desarrollo
y crecimiento humano y mucho más en el ámbito de la
educación de los niños y niñas de Venezuela y el mundo,
escribir de la forma como se educa sin mencionar los
valores y los sentimientos que se relacionan y se generan
en las relaciones interpersonales y de afecto del proceso
educativo es saber que no existe aprendizaje sin amor, el
maestro; el de escuela como decimos a lo nuestro debe
reunir una ingente de cualidades que van desde su
vocación, formación académica, empatia, algunas otras
habilidades que se adquieren con los años de experiencias
en la vida y principalmente en el aula ser doctor,
psicólogo, juez de paz, orientador y mediador constante, y
la principal de todas esas formas de ser. Siempre amar al
prójimo como hijo o hija aunque biológicamente no lo sea,
pero sentimentalmente lo son, en innumerables ocasiones
nosotros como docentes hemos vivido las penurias,
necesidades, avances y éxitos de nuestros alumnos en ese
tiempo pedagógico que permanece en el aula de clases y la
escuela con nosotros.
La pedagogía del amor y el ejemplo es una orientaciones
del Currículo Nacional Bolivariano del Sistema Educativo
Venezolano en sus deferentes niveles y modalidades para
todos los maestros y maestras de nuestro país, elemento
curricular importante en la práctica educativa y de
tendencia a las teorías cognitivas constructivistas,
humanistas, holísticas y centrada en una educación
integral y de calidad; los intereses de los estudiantes como
forma de hacer la escuela más amigable, más familiar, más
cercana a las necesidades de aprendizaje de los escolares,
un proceso centrado en el ser humano como ciudadano
formado para asumir los cambios sociales relacionados
que intervienen en su historia personal y comunitaria.
Es la escuela uno de los ambientes más intimo y activo
donde el escolar se relaciona, está lleno de multiples
opciones educativas, individuales, sociales e históricas
para desarrollar las competencias personales y académicas
del estudiante, a base de ejemplos y amor, lo cual esta
evidenciado como componente indisoluble en la forma de
enseñar y aprender y de un aprendizaje significativamente
para toda la vida, del día a día y que lo define y
reconstruye en el descubrimiento de sus potencialidades
culturales, deportivas, manualistas, etc.
Y es maestro un ser motivador no sólo de los contenidos,
sino de todos aquellos aspectos que involucran la
curiosidad y el descubrimiento por el aprendizaje, desde
el aula, hacia lo personal y lo social, hay que continuar e
insistir en la educación de las emociones como inspiración
a nuestros escolares, el estudiante tiene que sentir que los
momentos pedagógicos y su interacción con los docentes y
los otros elementos didácticos es basado en lo
extraordinario del hecho de aprender. Del valor que yo
como alumno siento al formarme en cualquier temática, y
que el sentimiento que él tenga al trabajo académico es la
fuente de su motivación y sabiduría, ya el educador a
valorado todas sus posibilidades desde las sentimentales
hasta las curriculares.
Como educadores debemos estar preparados desde el
inicio cuando decidimos ser maestros o maestras que es
una profesión que manifiesta mucho amor, mucho hacia
quienes en ocasiones están carente o falto de atención por
otras personas con quien se relacionan en su hogar o
comunidad, pero encuentran en su aula la orientación, el
carácter y los sentimientos que no se exponen bien en la
relación familiar, de parte de los estudiantes de la escuela
he presenciado y puedo dar mi testimonio de los escolares
cuando abrazan, dan una mirada, tienen un gesto y hasta
piden la bendición a su docente, esas manifestaciones tan
bellas de amor, de sinceridad y hasta de agradecimiento,
porque tú como educador vas más allá de la clases y del
contenido haz ido construyendo educativamente dentro
del niño o niña una estructura sentimental y pedagógica a
base de amor y ejemplos que no puede sustituirse y que le
servirá para emprender satisfactoriamente en su vida
temprana, pero con una proyección a una existencia
acorde a los valores que deben tener cada hombre y mujer
de esta patria. El docente debe enseñar en acciones y
sentimientos, pero con una coherencia familiar y
académica de toda la existencia, porque el ser a educar
necesita una formación permanente desde su nacimiento y
hasta el final de sus días.
Los docentes deben impartir los temas de las diferentes
áreas del conocimiento de forma espectacular despertando
en los estudiantes lo científico, investigable, curioso,
crítico a lo que aprende y que se emancipe en su praxis
como ser social capaz de liderizar y resolver situaciones
por las cuales tiene conocimiento y experiencia, y donde la
escuela ha servido como facilitadora de esos aprendizajes,
lo extraordinario que buscan convertirse en cotidiano, a
favor de la resolución de problemáticas familiares y
sociales, para así ejercer como un ciudadano sus derechos
de garantía en los diferentes aspectos del acontecer del
contexto donde se relaciona.
La escuela como un gran centro educativo en valores y
sobre todo en el amor, entendiendo que todos los actores
del proceso educativo sea quien sea, es decir, todos sin
dejar a nadie por fuera los que están adentro del centro
educativo ejerciendo sus labores y funciones, las personas
que hacen vida en adyacencias del mismo, y hasta la
comunidad donde se socializa el estudiante y físicamente
se encuentra ubicada la estructura de la escuela, debe ser
ejemplo de los buenos sentimientos, de los buenos
procederes con educación y cortecia; formando
constantemente a la persona, quien crece y se relaciona en
ambientes con amor y ejemplos aprenderá y sera un
ciudadano de provecho a lo familiar y social, la tarea es
grande, pero todos estamos involucrados la familia, la
comunidad y la escuela: tenemos nuestra responsabilidad,
hay que educar en todos los momentos y en cada espacio
donde este nuestra presencia , hay que ser coherente en la
práctica educativa.
Aunque la escuela reúna una gran cantidad elementos
relacionados al momento didáctico y que su relación entre
el contenido, el docente y el estudiante sea de éxitos en el
aula y fuera de ella, hay que revisarlo en ciertos períodos
de tiempo, esa evaluación que también involucra a todos
los que intervienen en el proceso educativo debe ser con
todas las condiciones de adaptación y estrategias que
involucren de forma permanente al escolar, hay que amar
con el corazón el trabajo de ser educador.

Antonio Pérez Esclarín

PEDAGOGÍA DEL AMOR Y LA TERNURA


El amor es el principio pedagógico esencial. De muy poco va a servir que un
docente se haya graduado con excelentes calificaciones en las universidades
más prestigiosas, si carece de este principio.  En educación es imposible ser
efectivo sin ser afectivo. No es posible  calidad sin calidez. Ningún método,
ninguna técnica, ningún currículo por abultado que sea, puede reemplazar al
afecto en educación. Amor se escribe con “a” de ayuda, apoyo, ánimo,
aliento,  asombro, acompañamiento, amistad. El educador es un amigo que
ayuda a cada alumno, especialmente a los más carentes y necesitados, a
superarse, a crecer, a ser mejores.

Amar significa aceptar al alumno como es, siempre original y distinto a  mí y


a los demás alumnos,  afirmar su valía y dignidad, más allá de si me cae bien
o mal, de si lo encuentro simpático o antipático, de si es inteligente o lento 
en su aprendizaje, de si se muestra interesado o desinteresado.   El amor
genera confianza y seguridad. Es muy importante que el niño se sienta en la
escuela, desde el primer día,  aceptado, valorado   y seguro. Sólo en una
atmósfera de seguridad, alegría y confianza podrá florecer  la sensibilidad, el
respeto mutuo  y la motivación, tan esenciales para un aprendizaje
autónomo. Hacer niños felices es levantar personas buenas. Educar es un
acto de amor mutuo.  Es muy difícil crear un clima propicio al aprendizaje si
no hay relaciones cordiales y afectuosas entre el profesor y el alumno, si uno
rechaza o no acepta al otro.
El amor es también paciente y sabe esperar. Por eso, respeta los ritmos y
modos de aprender de cada alumno y siempre está dispuesto a brindar una
nueva oportunidad. La educación es una siembra a largo plazo y no siempre
se ven los frutos. De ahí que la paciencia se alimenta de esperanza, de una fe
imperecedera en las posibilidades de superación de cada persona. La
paciencia esperanzada impide el desánimo y la contaminación de esa cultura
del pesimismo y la resignación que parecen haberse instalado en tantos
centros educativos.

Para ser paciente, uno tiene que tener el corazón en paz. Sólo así será  capaz
de comprender, sin perder los estribos,  situaciones inesperadas o conductas
inapropiadas, y podrá asumir las situaciones conflictivas como verdaderas
oportunidades para educar. La paciencia evita las agresiones, insultos o
descalificaciones, tan comunes en el proceso educativo cuando uno “pierde la
paciencia”. El amor paciente no etiqueta a las personas, respeta siempre,  no
guarda rencores, no promueve venganzas; perdona sin condiciones, motiva y
anima, no pierde nunca la esperanza.

Amar no es consentir, sobreproteger, regalar notas, dejar hacer. El amor  no


se fija en las carencias del alumno sino más bien, en sus talentos y
potencialidades.  El amor no crea dependencia, sino que da alas a la libertad
e impulsa a ser mejor. Busca el bien-ser y no sólo el bienestar de los demás.
Ama el maestro que cree en cada alumno y lo acepta y valora como es, con su
cultura, su familia, sus carencias, sus talentos, sus heridas, sus problemas, su
lenguaje, sus sueños, miedos e ilusiones; celebra y se alegra de los éxitos de
cada uno aunque sean parciales; y siempre está dispuesto a ayudarle para
que llegue tan lejos como le sea posible en su crecimiento y desarrollo
integral. Por ello, se esfuerza por conocer la realidad familiar y social de cada
alumno para, a partir de ella, y a poder ser con la alianza de la familia, poder
brindarle un mejor servicio educativo.

Algunos, en vez de hablar de la pedagogía del amor, prefieren hablar de la


pedagogía de la ternura para enfatizar ese arte de educar con cariño, con
sensibilidad, para alimentar la autoestima, sanar las heridas  y superar los
complejos de inferioridad o incapacidad. Es una pedagogía que evita herir,
comparar, discriminar por motivos religiosos, raciales, físicos, sociales o
culturales. La pedagogía de la ternura se opone a la pedagogía de la violencia
y en vez de aceptar el dicho de que “la letra con sangre entra”, propone más
bien el de  “la letra con cariño entra”; en vez de “quien bien te quiere te hará
llorar”,  “quien bien te quiere te hará feliz”.

 La pedagogía del amor o  pedagogía de la ternura  es


reconocimiento de diferencias, capacidad para comprender y tolerar, para
dialogar y llegar a acuerdos, para soñar y reír, para enfrentar la adversidad y
aprender de las derrotas y de los fracasos, tanto como de los aciertos y los
éxitos. La ternura es encariñamiento con lo que hacemos y lo que somos, es
deseo de transformarnos y ser cada vez más grandes y mejores. Por esto,
ternura también es exigencia, compromiso, responsabilidad, rigor,
cumplimiento, trabajo sistemático, dedicación y esfuerzo, crítica permanente
y fraterna. En consecuencia, no promueve el dejar hacer o deja pasar, ni el
caos, el desorden o la indisciplina; por el contrario, promueve la
construcción de normas de manera colectiva, que partan de las convicciones
y sentimientos y que suponen la motivación necesaria para que se cumplan.

 Preguntas

A la luz de este texto y de lo que hemos reflexionado en esta jornada, ¿qué


comportamientos y actitudes debemos evitar, qué debemos mejorar, en qué
debemos insistir?

¿A qué me  comprometo yo como educador que quiere seguir a Jesús con mayor entrega
Brindar aprendizajes desde la

pedagogía del amor, la pregunta y el

ejemplo: retos de las maestr@s

Por: Marta Sanchez | Sábado, 28/02/2015 12:31


PM | Versión para imprimir
En este momento histórico que vive la educación
venezolana, es necesario promover la reflexión como
proceso en el cual cada uno de nosotros nos
autoevaluamos de acuerdo con los indicadores
cualitativos que hayamos definido, tenemos que realizar
un ejercicio para mirar, revisar y reencontrarnos con ese
ser interno que somos, pero que muchas veces nos
empeñamos en ocultar, porque los resultados de la
Consulta Nacional por la Calidad Educativa (2014),
develan la necesidad que tenemos como maestras y
maestros de redimensionar, reconceptualizar y dignificar
nuestra labor docente.
En este sentido, es imperativo que precisemos nuestro
proyecto de vida, definamos una visión y determinemos
un objetivo bien definido, para ello debemos realizar una
mirada respetuosa hacia nosotros mismos desde la
"pedagogía de la interioridad", es insoslayable que
apliquemos esta pedagogía para mirar nuestro interior y
analizar la triple dimensión que nos caracteriza como
seres humanos (cuerpo, psiquismo y espíritu). Se requiere
cultivar nuestra inteligencia emocional y espiritual, como
eje dinamizador para que como personas adultas
aprendamos a vivir desde lo mejor de nosotros mismos,
desarrollemos acciones que nos ayuden a reconocer,
valorar y gestionar nuestro propio mundo interior y
logremos convivir en la sociedad como ejemplo de vida
que refleja amor, paz, felicidad, libertad, plenitud, unidad,
compromiso, entre otros. Es necesario comprender que
debemos realizar procesos reflexivos que nos permita
determinar hasta dónde hemos llegado en nuestra función
docente, porque no podemos acompañar las y los
estudiantes más lejos de donde nosotros mismos hemos
llegado.
Es pertinente señalar que los resultados de la Consulta
Nacional por la Calidad Educativa demuestran que "Los
estudiantes anhelan que se les convoque al aprendizaje de forma
amorosa, que sus horas de clase sean de descubrimiento del
sentido de la vida, de estímulo a la curiosidad, de comprensión
de los problemas y desafíos de la realidad local y global de una
manera sencilla sin perder profundidad". Es propicio plantear
la siguiente interrogante ¿Cómo es mi manera de
actuación docente? ¿Soy una maestra o maestro
amoroso? Esto nos lleva a la necesidad revisar nuestra
esfera afectiva, porque para dar amor primero debemos
amarnos a nosotros mismos. Es imprescindible revisar la
concepción que tenemos sobre la profesión docente,
porque para actuar amorosamente debemos amar lo que
hacemos; es fundamental redimensionar la pedagogía
tradicional desde la pedagogía del amor, porque el
aprendizaje significativo, pertinente y perdurable se logra
con amor, cariño y ternura.
Para transformar nuestra manera de actuación y
convertirnos en maestras o maestros amorosos, debemos
identificar los componentes que caracterizan la pedagogía
del amor, entre los que destacan: la afectividad, la alegría,
la espiritualidad, la tolerancia, la motivación, el asombro,
la expresividad... Debemos impregnarnos de estos
componentes de manera consciente e intencionada,
porque sólo así podemos planificar, organizar y
desarrollar el proceso educativo con estrategias que den
atención a todas las esferas de personalidad de las y los
estudiantes, con la finalidad de lograr una formación
integral que aporte a la sociedad ciudadanas y ciudadanos
felices, amorosos, solidarios... es decir buenas personas.
También, los resultados de la Consulta Nacional por la
Calidad Educativa revelan que "Las familias manifestaron
la necesidad de que sus hijos se formen para tener una
mente abierta, perspicaz, capaz de resolver problemas en
la vida, atenta y los docentes aseguran que una pedagogía
de la pregunta podría ayudar a incentivar la inteligencia."
Para poder dar respuesta esta exigencia en imprescindible
que nos hagamos la siguiente pregunta ¿Las maestras y
los maestros hacemos uso y posibilitamos preguntas que
desestabilicen el propio conocimiento, y que a su vez
propicien la curiosidad, la indagación, la creatividad y la
libertad cuestionadora en las y los estudiantes?
Desde la perspectiva planteada, es necesario que seamos
conscientes que muchas veces contestamos preguntas que
las y los estudiantes no han hecho, o respondemos con
otra pregunta. Por consiguiente, para que el estudiante
aprenda desde la curiosidad, las maestras y los maestros
debemos apropiarnos de la pedagogía de la pregunta
vinculada a la pedagogía de la respuesta; es fundamental
potenciar nuestras habilidades para presentar preguntas
pedagógicas y propiciar que las y los estudiantes generen
preguntas que favorezcan el aprendizaje significativo,
pertinente y perdurable.
Es elemental que comprendamos que cuando las y los
estudiantes preguntan tienen una motivación resultante
de la curiosidad, en este sentido, la pregunta pedagógica
es el recurso que ellos utilizan cuando se asombran, se
sorprenden o se maravillan ante situaciones que
experimentan directamente. Para apropiarnos de la
pedagogía de la pregunta vinculada a la pedagogía de la
respuesta, se requiere que las maestras y los maestros nos
movamos de nuestra zona de confort y aceptamos los
retos pedagógicos que implican cambios en la mentalidad
y en nuestra manera de actuación docente.
Asimismo, los resultados de la Consulta Nacional por la
Calidad Educativa develan que "Los y las estudiantes y las
familias desean que los maestros y demás trabajadores de la
escuela sean testimonio de vida para sus hijos e hijas y que sus
orientaciones se acompañen con los discursos de manera
coherente." La sociedad aspira que tengamos una influencia
positiva en las y los estudiantes, es momento oportuno de
hacernos la siguiente pregunta. ¿Realmente las maestras
y maestros somos testimonios de vida para las y los
estudiantes? ¿Cómo convertirnos en testimonio de vida?
¿Cuáles serían las huellas de una maestra o maestro que
es testimonio de vida? Ser testimonio de vida conlleva a
desarrollar que el ejercicio de la docencia tenga muchos
alcances, que pueden traducirse en logros, huellas,
modelaje, marcas profundas, entre otros. La ejemplaridad
edifica el rol docente, debemos ser maestras y maestros
que inspiremos a nuestros estudiantes, docentes, padres,
madres, en fin a la sociedad en general. Es relevante
acotar, que como seres humanos cometemos errores y la
sociedad nos perdona, pero como maestras y maestros
debemos cuidar nuestra imagen; como responsables del
proceso de formación, tenemos que reflejar lo que
queremos lograr en las y los estudiantes.
Debemos superar la desvinculación que hay entre la
palabra y la acción, ser fieles a nuestros principios y actuar
con ética profesional. Para ser maestras o maestros
ejemplares debemos valorar la labor docente como vía de
autorrealización, reflejar en nuestras acciones amor, paz,
armonía, cooperación, solidaridad, compañerismo,
tolerancia, sensibilidad, responsabilidad, puntualidad,
alegría… Es necesario eliminar las actitudes que propician
conflictos y violencia entre los colectivos educativos, solo
así las maestras y maestros podemos lograr que nuestro
legado (nuestro ejemplo de vida) se manifieste de manera
significativa en nuestros estudiantes.
De acuerdo con la responsabilidad que tenemos las
maestras y los maestros para brindar a las y los
estudiantes aprendizajes desde la pedagogía del amor, la
pregunta y el ejemplo, considero que es el momento de
asumir desde nuestros intereses profesionales, la
motivación intrínseca y el compromiso social, procesos de
investigación, autoformación y formación que nos ayuden
a mejorar nuestras potencialidades y habilidades
creativas, para generar procesos educativos de acuerdo
con las exigencias de la sociedad venezolana.
Autora: Marta Elena Sánchez Martínez. Doctora en
Ciencias Pedagógicas. Abogada. Responsable de la
Consulta Nacional por la Calidad Educativa Zona
Educativa Barinas. Docente Universitaria. Escritora de
artículos educativos.

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